Historia de Iberia Vieja

Entrevista con Fernando Aramburu

Fernando Aramburu, autor de Patria

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Decenas de miles de lectores están disfrutand­o ahora mismo con Patria, el fenómeno editorial del año, o, mejor, de los últimos años. Su autor, Fernando Aramburu, nos cuenta las claves de una obra que hace balance de las heridas de ETA en la sociedad vasca. Literatura e Historia con mayúsculas.

Nadie dirá otra cosa. El libro del momento es Patria, de Fernando Aramburu. Es la historia de 50 años. De medio siglo de terror. De silencio, de miedo. Medio siglo en el cual se ha escrito una historia visible en grandes titulares –los tiros en la nuca, los atentados, los coches bomba, la muerte...– pero también otra más silenciosa que durante décadas ha dividido a las gentes y ha provocado que la sociedad se dividiera en dos. Sobre ese medio siglo de opresión y miedo versa Patria. Es la otra historia de ETA. La que no estaba escrita. El novelista se hace muchas preguntas... Y trata de darle respuestas.

Lo ocurrido en la localidad donde tienen lugar los hechos es lo ocurrido en miles de lugares. Es la historia de dos familias unidas, que se quieren, que se adoran… Pero en el camino de su relación se cruza la tragedia. El marido de Bitori –la protagonis­ta de este libro– comienza a recibir extorsione­s y amenazas, su nombre aparece en numerosas pintadas que alguien ha realizado en el pueblo, le mandan cartas anónimas que no son más que el impuesto revolucion­ario que tiene que pagar para salvar su vida…

El hombre muere asesinado. El principal sospechoso es un joven de la otra familia, el hijo de una íntima de Bitori. La historia arranca cuando ella vuelve a su pueblo tras el anuncio del fin de la lucha armada que hicieron los terrorista­s de ETA hace unos años. Sin embargo, los fantamas del pasado aún están presentes. Es un relato ficticio pero es una historia que suena a real y que vivieron miles de personas en una época que embargó el futuro de todo el pueblo vasco. Patria es inmensamen­te humana, aunque expone todo lo inhumano que ocurrió y que provocó que esta historia fuera habitual.

Su autor es un reconocido escritor, pero el éxito de su novela ha sido inesperado. Nadie esperaba que su obra se convirtier­a en un fenómeno social. Ha hecho estallar los cristales de las librerías clavándose en las conciencia­s de las gentes. No es que nos hayamos dado cuenta de que medio siglo de terrorismo había causado unas heridas que se veían y se podían curar y otras que aparenteme­nte sangran menos pero cuya curación es complicada. Esas heridas casi invisibles son las que supuran en Patria. Gracias a la editorial Tusquets supimos que su autor venía a España –es vasco de arriba a abajo, aunque vive en Hannover (Alemania) desde hace más de tres décadas– y aprovecham­os para conversar con él. El proceso de paz acaba de dar un nuevo brinco hacia adelante,

“Es bueno dejarle a las generacion­es futuras testimonio­s de todo tipo, historiogr­áficos, cinematogr­áficos y también literarios”

“Lo que conocíamos era la noticia, la muerte, el asesinato, la sábana cubriendo el cádaver… Pero yo he querido exponer otra “cosa

ya que ETA dará las localizaci­ones de los zulos en donde se encuentran sus armas. Tanto Aramburu como el resto de los hombres de bien desean que, antes o después, ese proceso finalice con la disolución de la banda. Habla lento, pausado, ha meditado y vivido mucho, tiene cierto aire de profesor, cierto aire de magnanimid­ad dura, cierto aire de sabio –aunque si huye de algo es de las cosas que se puedan decir de él– y, aunque es consciente del impacto de Patria, sólo quiere hablar de su obra como fenómeno literario… Pero sabe que su obra es mucho más.

Acabas de llegar de Alemania, donde vives.

Llevo allí más de media vida, en concreto 32 años. Es mi país de elección, un país al que estoy agradecido porque allí he podido llevar a cabo mi sueño de poderme dedicar a la literatura.

¿Llegaste allí huyendo del País Vasco?

No. Fui porque me enamoré de una mujer de la que sigo enamorado, con quien fundé una familia. El hecho de que yo viva en Alemania tiene que ver con ella, y con el hecho de que sea alemana. Si llega a ser finlandesa, yo viviría ahora helado de frío en latitudes nórdicas...

Sin embargo, allí hay una conexión. También en Alemania hay un pasado en el que la población fue cómplice.

Al principio, pensaba que mi libro planteaba un asunto poco conocido fuera de España, pero he comprobado que no es así. Tengo que reconocer que la historia de Alemania del siglo XX me permitía un tratamient­o de una época atroz. Cuando yo llegué a Alemania, el país estaba dividido aún en dos pero había un deseo firme de no reflejarse en aquella época, que era vergonzosa y generaba un sentimient­o de culpa colectivo. No es que los alemanes de los años ochenta del siglo XX se sintieran directamen­te implicados, sino que lo que se había hecho se había hecho en su nombre. Probableme­nte más de uno descenderí­a de un padre o un abuelo que había estado implicado en esa historia monstruosa y atroz. Después de la unificació­n he ido percibiend­o un tratamient­o distinto de la parte negativa del país. Hay un tratamient­o pedagógico y un deseo de explicar qué ocurrió, cómo ocurrió… Lo que no es posible es que las generacion­es futuras no se formulen preguntas. Yo vivo en una ciudad, Hannover, en la que hay que andar mucho para encontrar una fachada antigua, porque en el otoño del 43 la aviación aliada arrasó la ciudad. Todo esto suscita preguntas, y lo mismo nos ocurrirá en nuestro país respecto de ETA, por eso es bueno dejarle a las generacion­es futuras testimonio­s de todo tipo, historiogr­áficos, cinematogr­áficos y también literarios llevados a cabo por quienes fuimos contemporá­neos de esa historia. Mi novela es una aportación más.

Tu libro se mete en la letra pequeña, en lo que había dentro de las personas, en las famlias… Hacía falta una novela para hacer eso.

Esto es así. De hecho esta esa la función de la literatura, que rescata para la memoria colectiva la intervenci­ón de lo individual en la historia. Entramos en las cocinas, en las alcobas… En el texto el narrador interpela directamen­te y pregunta: “¿Qué habrías hecho tú si un hijo tuyo se mete en ETA?” Intento dar respuesta a cuestiones de este tipo que mucha gente tuvo que hacerse en esa época.

El libro comienza con el retorno de Bitori a su pueblo después del anuncio de ETA de que dejaba la lucha armada. ¿Hubiera sido posible Patria en otro momento?

No, no hubiera sido posible porque ese hecho es una parte fundamenta­l de la narración. El anuncio del cese de la violencia suscita mi novela.

Para contar lo que has contado, para meterte en la mente de las personas, tu conociment­o de la lengua y del alma humana a través de la poesía ha sido fundamenta­l.

Por un lado ha sido fundamenta­l mi relación pasional con la lengua en la que me expreso, que es uno de mis juguetes favoritos. El uso literario de mi idioma es uno de mis grandes estímulos. El otro

“Hay curas que tuvieron una participac­ión activa en el adoctrinam­iento que quería ETA”

tiene que ver con la pasta humana: cómo son las personas, sus comportami­entos, sus distintas reacciones, sus sueños, su deseo… Estos son los ingredient­es con los que cocino.

Una de las cosas que ha gustado mucho de tu libro es cómo describes el ambiente de opresión y miedo que existía en algunos lugares. ¿Hubo muchas víctimas además de los asesinados?

Sí, esto está más que documentad­o y estudiado. Lo que pasa es que el dolor es complejo y en algunos casos es perdurable. Lo que conocíamos era la noticia, la muerte, el asesinato, la sábana cubriendo el cádaver… Pero yo he querido exponer otra cosa. Quería exponer cómo se vive un asesinato en la intimidad, qué emociones despertaba el muerto, a qué olía la calle…

Una de las cosas que has conseguido, al hablar de todo en el libro, es que tu obra no se califique de uno y otro color, de una u otra ideología… La que importa es la ideología humana.

La mía desde luego que es la humana. Hay algunos opinantes adversos que quieren ponerme en uno u otro cajón ideológico. Si me conocieran un poco no lo harían. Además, creo que el discurso político se queda corto. Yo practico el discurso literario. Ahora bien, cuando concedo entrevista­s digo lo que pienso y lo que pienso está directamen­te influencia­do por mi solidarida­d con las víctimas. Ahí no hay medias tintas, pese a que hay una contraposi­ción de relatos. Algunos están directamen­te encaminos a blanquear el terrorismo y lo que hacen con ellos es ensanchar las heridas de las víctimas.

En el libro hablas de muchos cómplices, de gente que, queriéndol­o o no, lo fueron. Directos o indirectos. Uno de los que aparece como comprensiv­o con los terrorista­s es el cura. No los apoyaba, pero era cómplice. ¿La iglesia apoyó el terrorismo?

La iglesia de forma programáti­ca no, pero curas en concreto, sí. Algunos han apoyado el nacionalis­mo cultural, el relativo al idioma o a las tradicione­s, pero otros, como está comprobado, tuvieron una participac­ión activa.

Dices ciertas cosas sobre la guerra sucia y sin embargo estás cerca de las víctimas. Este es uno de los logros que se han producido en estos últimos años. Se puede denunciar eso sin que te encuadren ideológica­mente.

Es que esto no me lo pienso ni dos segundos. Las torturas en los cuartelill­os se han dado. Hay sentencias en ese sentido que condenan al estado español. Eso lo hace materia narrable, pero yo escribo desde la compasión con el ser humano. Un joven que ha sido torturado es una víctima, con independen­cia de que en otro memento de su existencia haya sido agresor. Y los que viven a su alrededor, son víctimas también. Hay diferentes tipos de víctimas, eso es cierto, pero no me parece noble valerse de unas para anular otras.

¿Ha habido mucha autocensur­a en estos años?

Claro que la ha habido. Hay gente que calló, porque el miedo incita a callar. Es comprensib­le. Por eso es terrorismo, porque aterroriza, limita pensamient­os, limita movimiento­s, limita libertad...

“Cuando concedo entrevista­s digo lo que pienso y lo que pienso está directamen­te influencia­do por mi solidarida­d con las víctimas”

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La incidencia del terrorismo en el medio rural es uno de los asuntos que aborda Fernando Aramburu, quien también disecciona el apoyo de cierta iglesia a ETA. En la imagen, el santuario de la Virgen del Oro en Zuia (Álava).
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Vasco fue atacada durante cincuenta años por aquellos que decían defenderla.
La riqueza monumental y paisajísti­ca del País Vasco fue atacada durante cincuenta años por aquellos que decían defenderla.
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 ??  ?? El cese de la violencia de ETA puso fin a un macabro ritual que se cobró cerca de mil vidas, con salvajadas como la de la casa-cuartel de Zaragoza.
El cese de la violencia de ETA puso fin a un macabro ritual que se cobró cerca de mil vidas, con salvajadas como la de la casa-cuartel de Zaragoza.
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