El animero en América Latina
LOS ESPAÑOLES exportaron la tradición de los animeros a las colonias de América. En México, por ejemplo, los animeros de Patate piden por el descanso eterno de las almas, recorriendo a pie las calles de la ciudad durante dieciocho noches seguidas en el mes de octubre, en una caminata que dura cuatro horas, venciendo el sueño y el cansancio. El recorrido, que da comienzo en el cementerio cantonal, se inicia con el siguiente requerimiento: “Un padrenuestro y avemaría, por las ánimas benditas almas del purgatorio, por el amor de Dios”. En Colombia, el oficio de animero es solitario y con idiosincrasia personal. La gente da importancia a su historia vital, a la singularidad de su oficio, los motivos que le llevaron a pedir oración por las ánimas. En Copacabana, un barrio de Medellín, JesúsTorres, alias “Chuchonuevo”, es conocido como el hombre que pasea con los muertos. Lleva más de cincuenta años invocando a las ánimas del purgatorio cada noche del mes de noviembre. De Chuchohuevo decían en el periódico ElTiempo: “Mucho se decía de JesúsTorres, conocido como ‘Chuchohuevo’, porque a los nueve años perdió el pelo de la cabeza. Comentaban que si miraba hacia atrás durante su ritual de madrugada vería a las ánimas del purgatorio y el sobresalto lo mataría; que quien le hiciera daño tendría que vérselas con los del más allá, y que quien tocara su vestimenta se aseguraba por lo menos un favor divino. Desde los 19 años, ‘Chuchohuevo’, que este año llegó a los 70 con vigor y figura atlética, tiene a su cargo la salvación de las ánimas de Copacabana. Nadie lo contrató ni le cedió el trono, sino que al verse sumido en las andanzas de un borrachín, le dijo a las almas: ‘benditas ánimas del purgatorio, si me ayudan a dejar este vicio les prometo que todos los días de noviembre las saco a andar””.