Nos convertimos en extraterrestres
Recordemos ahora el contexto histórico que como un papel de celofán, a veces luminoso y en ocasiones apagado, envolvió aquel año triunfal para España. De puertas para adentro, nuestro país se vio sacudido por noticias de toda índole, y no todas fueron buenas.
En el plano institucional, la capital acogió la II Cumbre Iberoamericana, que reunió a los Jefes de Estado y de Gobierno de nuestros hermanos latinoamericanos. En el ámbito deportivo, Miguel Indurain reeditó de nuevo su éxito en elTour de Francia tras haber sido apodado como el extraterrestre tras su espectacular y jamás repetida exhibición en la histórica crono de Luxemburgo. Ese triunfo fue el segundo de los cinco consecutivos que adornarían su palmarés. La crónica de sucesos nos conmovió con la violación y el salvaje asesinato por Antonio Anglès y Miguel Ricart deToñi, Miriam y Desirée, las tres niñas de Alcàsser, cuando se dirigían a una discoteca de Picasent. El naufragio del
petrolero Mar Egeo por las malas condiciones meteorológicas tiñó de negro las aguas del Atlántico, en un penoso antecedente de la catástrofe del Prestige.
La lucha contra la lacra del terrorismo recibió la mejor de las noticias con la detención en Bidart (Francia) de la cúpula de ETA, liderada entonces por Francisco Múgica Garmendia, alias Pakito o Artapalo; y, en otro orden de cosas, el rey Juan Carlos y Felipe González, asediado ya por los primeros escándalos de corrupción, dieron la bienvenida a España a Mijail Gorbachov, quien aquel verano visitó nuestro país durante quince días.
La casualidad quiso que un icónico pintor, el inglés Francis Bacon, finalizara sus días en Madrid, tras sufrir una pleuresía y ser ingresado en la Clínica Ruber Internacional.