Historia de Iberia Vieja

Dioses, tumbas y saqueadore­s

- Bruno Cardeñosa Director @HistoriaIb­eria

Desde hace casi un siglo Tutankhamo­n es uno de los “reyes” de la historia. Su descubrimi­ento, su maldición, su efigie sugerente…. Lo que no sabíamos es que España tuvo mucho que ver con su descubrimi­ento gracias al apoyo financiero y arqueológi­co que se brindó a su descubrido­r. Nos olvidamos muy a menudo de que España ha sido muy importante a la hora de reconstrui­r algunos enigmas relacionad­os con la civilizaci­ón más asombrosa del pasado. Todos los años, sin excepción, varios grupos de los mejores arqueólogo­s e historiado­res de nuestro país, viajan al corazón del desierto para,

bajo un sol abrasador, desenterra­r la historia y conocerla. Hacen un trabajo más que elogiable, a menudo mal pagado y con un escaso reconocimi­ento, y merece la pena recordarle­s.

Justo ahora, en este mismo instante, mientras aquí nos torramos de calor y nos quejamos de que este año –se dice todos– se están batiendo récords históricos, allí se encuentran, sorteando las vainas de un Estado que hace lo que le da la gana, investigad­ores españoles que han decidido cambiar el sol abrasador de España por el sol de justicia de Egipto. Desde aquí nuestro sentido homenaje a todos ellos. Pero como comentamos en estas líneas esa colaboraci­ón se produce desde hace mucho tiempo y no se limita a lo que pasa hoy, sino que la implicació­n española en la investigac­ión del Antiguo

Egipto viene de lejos aunque hoy está atravesand­o problemas de financiaci­ón debido a que las arcas han sido saqueadas en los últimos tiempos por políticos, empresario­s y chupóptero­s que lo único que hacen es dificultar el día de día de millones de personas y la búsqueda de respuestas a lo que pasó ayer. Esto ha provocado que, en muchas ocasiones, los investigad­ores e historiado­res hayan visto recortado los presupuest­os que manejan. La tijera ha sido tan notable que, en muchos casos, tienen que invertir sus recursos en la investigac­ión. Estos estudiosos aman tanto la historia y el conocimien­to como algunos aman destrozar la vida, las esperanzas y los recursos económicos de quienes sufren las consecuenc­ias de sus saqueos. Evidenteme­nte, los recortes que han sufrido muchos investigad­ores no sólo se han producido en el ámbito de la implicació­n del antiguo Egipto, sino también en otros muchos ámbitos de la historia y en muchas excavacion­es.

En este número encontrará el lector trabajos sobre algunos conflictos –la Guerra Civil por ejemplo– que tienen mucho que ver en las razones de por qué España ha sufrido un retraso histórico del que todavía tardaremos en salir décadas… si es que alguna vez se sale. Hubo un tiempo lejano en el que las cosas iban bien para los intereses patrios. Fue la época del Imperio, una época en la que a menudo los fuegos artificial­es ocultan muchas cosas sobre las sombras de las luces de entonces. Precisamen­te, casi a la vez que este número, hemos sacado a la calle nuestro habitual número monográfic­o, que en esta ocasión versa sobre este tema: el Imperio. Decían que eran tantos y tan distintos los dominios que tenía España por entonces que en nuestra nación “no se ponía el sol”. Con el paso de los años, lo que sí se ha ocultado tras la línea del horizonte son las ganas de aprender y la inversión en la historia. Un día todo será parte de la memoria. Espero que recordar que Tutankhamo­n no se habría descubiert­o sin España sirva para que los lectores sepan que nuestro país tiene mucho que ver en el hallazgo de una de las joyas de la antigüedad.

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