Españoles al servicio de Moscú… o quizás no
SER ESPÍA es una profesión complicada. Hay que tener claras las lealtades a las que se sirve. Lo que ocurre es que a veces los problemas personales, el malestar interior o las ansias de dinero, llevan a cambiar las prioridades y meterse en arenas movedizas.
Algunos españoles han tenido que plantearse esa dicotomía a lo largo de la historia, no todos actuaron igual. El caso más reciente, del que ahora se cumplen diez años, fue el de Roberto Flórez ( en la imagen). Un buen agente del CNI que se hartó de estar aparcado en la sede central tras una carrera en el extranjero. Optó por vender secretos al espionaje ruso, pero como pasa en estos casos, cuando utilizaron la información recibida, en el CNI se mosquearon y comenzaron una investigación que acabó con la condena de Flórez.
Años antes, en 1979, se produjo el caso de Silvestre Romero, un policía de comisaría al que un agente soviético intentó captar, lo que llevó al español a contárselo a sus superiores. No le atrajo ni el dinero ni apoyar a los comunistas. Entró en la espiral de los dobles agentes, pero desde el primer momento sabiendo que mentir a los rusos era el camino para servir a su país.
En 1964 le tocó decidir a Joaquín Madolell, un suboficial paracaidista al que tentaron aprovechando sus problemas de dinero. Se la jugó hasta el punto de aceptar viajar a Moscú para recibir formación. Si le pillaban le cortarían el cuello, pero arriesgó y terminó consiguiendo el desmantelamiento del KGB en el sur de Europa.
Un caso bien distinto fue el de Luis González Mata, del que hemos hablado en Historia de Iberia Vieja. Más que un espía tradicional, era un agente al servicio del mejor postor, pero no olvidó sus servicios a España y no aceptó colaborar.
Ser espía es un arte para el que hay que nacer, aunque cuando se carecen de ideales pueden convertirse en mercenarios capaces de traicionar a cualquiera. Si se es así, los servicios de inteligencia y el país al que sirven están vendidos.
FERNANDO RUEDA, uno de los periodistas de investigación más respetados del país, es una de las voces más importantes del programa La rosa de los vientos de Onda Cero. Autor de más de una decena de libros, el último de sus trabajos es El Dosier del Rey (Roca).