Felipe II prohibió a los españoles estudiar en el extranjero?
A FINALES DE LA EDAD MEDIA, las ciudades europeas intentaban salir de la oscuridad en la que habían vivido inmersas y surgieron las primeras universidades, que dejaron atrás el teocentrismo por la nueva ola humanista.
Sin embargo, España no corría pareja con los tiempos. El 22 de noviembre de 1559, tres años después de acceder al trono, Felipe II promulgó en Aranjuez una pragmática por la que prohibía el estudio en las universidades extranjeras. Si bien al principio la prohibición no atañía a todos los reinos de la Monarquía Hispánica, en 1568 su aplicación se extendió a la Corona de Aragón, estando exentas las universidades de Bolonia, Roma, Nápoles y Coímbra.
Las razones que lo impulsaron a tomar esa decisión –que frenaría el desarrollo intelectual, cultural y científico de la población– fueron fundamentalmente dos: en primer lugar, de tipo económico, ya que los estudiantes que se desplazaban al extranjero dejaban de ingresar dinero en las universidades españolas (“la cantidad de dineros que se sacan y expenden fuera de estos Reinos es grande, de que al bien público de este reino se sigue daño y perjuicio notable”) y, por otro, de tipo religioso, a lo que también aludía la pragmática: “los dichos súbditos que salen de nuestros reinos, con la comunicación de los extranjeros y otras naciones, se distraen y divierten (esto es, “se apartan del camino trazado por el catolicismo”), y viven en otros inconvenientes”.
El miedo del monarca a que cuajaran las ideas calvinistas o luteranas en España pesó mucho, pues, en la prohibición, si bien su éxito fue relativo, puesto que el Estado no disponía de medios suficientes para controlar a sus súbditos.