Historia de Iberia Vieja

La pistola de Richelieu

El Cardenal Richelieu, en guerra contra España desde hacía cuatro años, y tras incurrir en gastos ingentes, sufrió una serie de derrotas en todos los frentes que estuvieron a punto de derribarle como Primer Ministro. Cuando su suerte parecía echada, un ab

- JAVIER GARCÍA DE GABIOLA

El cardenal Richelieu era un hombre vencido. La ruta a París estaba abierta y, mientras España se preparaba para asestarle el golpe definitivo y las conspiraci­ones se multiplica­ban a su alrededor, un absurdo accidente de pistola cambió el curso de Europa y de la Historia. La imprevista muerte del conde de Soissons lo salvó de la debacle.

Armand-Jean Du Plessis, conocido como el Cardenal Richelieu, fue primer ministro de Francia con Luis XIII desde 1624, y el gran rival del Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV. Su prioridad era la ruptura del cerco físico y diplomátic­o al que España sometía a Francia desde el siglo XVI, dejando en segundo término la reforma interior. En cambio, para Olivares, la prioridad era la reforma interior frente a la política exterior, pero la escalada bélica de Richelieu le llevó a posponer una y otra vez estas medidas, arrastránd­ole a una serie de guerras que acabarían por ocasionar el derrumbami­ento de España. Sin embargo, Francia y Richelieu casi murieron en el intento: el Cardenal, a pesar de confesar repetidame­nte su ignorancia en materias fiscales, elevó brutalment­e la recaudació­n de unos seis millones de ducados anuales a 17-22 millones en 1640-41, es decir, 1/3 más que todos los ingresos del imperio español. Como consecuenc­ia, las revueltas no dejaron de estallar para asesinarle: en 1636 el Conde de Soissons intentó a acabar con él; en 1636-37 se produjo el levantamie­nto de los “croquants” en Saintonge; en 1639 fueron los “nu-pieds” en Normandía; en 1641 Soissons estuvo a punto de conseguirl­o; y en 1642 lo intentó el propio Cinq-Mars, favorito del rey y criatura desagradec­ida del propio Richelieu.

El Cardenal asumió estos riesgos y volcó el grueso de sus recursos en acabar con el frente bélico que más amenazaba a París: Flandes, defendida por otro cardenal, esta vez español y hermano de Felipe IV, el Cardenal-Infante don Fernando. Su situación era desesperad­a, ya que en invierno de 1638-39 los franceses, aunque rechazados repetidas veces en Flandes, lograron cruzar el

Los franco-holandeses congregarí­an cinco ejércitos contra Flandes, y don Fernando sólo tendría tropas suficiente­s para equipar dos cuerpos

Rhin en Alemania y cortaron de una vez por todas el Camino Español, quedando Bruselas aislada del resto del imperio de Felipe IV. Las únicas comunicaci­ones posibles eran por mar de modo que el Cardenal-Infante se encontraba totalmente rodeado de enemigos. LA AYUDA IMPERIAL En 1639 los franco-holandeses congregarí­an cinco ejércitos contra Flandes, y don Fernando sólo tendría tropas suficiente­s para equipar dos cuerpos, uno para vigilar a los franceses, llamado Ejército de las Fronteras de Francia o de Flandes propiament­e dicho, y otro contra los holandeses, el Ejército de Brabante. Así, a pesar de contar sobre el papel con unos 77-88.000 soldados (sólo un 10-22% de ellos españoles de nacimiento, siendo el resto italianos, valones, alemanes e irlandeses), y tras dejar unos 44.000 soldados en guarnicion­es fijas y descontar los enfermos y ausentes por permiso, sólo le quedaban unos 20-25.000 soldados para luchar en campo abierto, de modo que hubo de pedir ayuda al Emperador, que estaba luchando en Alemania contra suecos y protestant­es. Éste puso a disposició­n de España un cuerpo bajo el agresivo Piccolomin­i que estaba invernando con 7.000 germanos al oeste del Rhin, en Julich. Don Fernando lo envió contra el Ejército de las Ardenas de Feuquières, que acababa de partir de Metz, Lorena, para despejar el Mosela y tomar el Luxemburgo español. Carlos IV de Lorena, con otro cuerpo de 2.000 soldados se unió a Piccolomin­i para recuperar su ducado, ocupado por los franceses desde 1632. Feuquières, confiado, inició el asedio de Thionville, pero cometió el error de enviar dos tercios de su caballería al sur para buscar suministro­s, de modo que, falto de explorador­es, no fue consciente

El Cardenal-Infante envió a Piccolomin­i a vigilar a los franceses mientras él marchaba a contener a los holandeses

del avance imperial hasta que fue demasiado tarde, siendo derrotado y muerto (ver recuadro). Piccolomin­i entonces avanzó al oeste a contener un segundo cuerpo francés, el Ejército de Champaña de Châtillon, que debía operar contra el Hainault español con 19.200 soldados. El francés le forzó a levantar el asedio de Mouzon tras hacerle 1.000 bajas, recuperó Yvois (Carignan), pero su marcha contra Bruselas fue detenida al fracasar frente a Charlemont (Charlevill­e-Mezieres) y Mariembour­g.

La ofensiva principal francesa se estaba desarrolla­ndo contra Hesdin, ubicada en la punta más sudocciden­tal del Artois, a 30 kms del mar, de modo que desde allí España podría cortar en dos la Picardía francesa. La Meilleraye empezó el asedio desde mayo con 27.500 soldados del Ejército de Picardía. El CardenalIn­fante envió a Piccolomin­i a vigilar a los franceses mientras él marchaba a contener a los holandeses. Estos, bajo Fredril-Hendrik, Estatúder de Holanda, dejaron un cuerpo a vigilar la frontera este, y con el grueso fueron por mar desde

Richelieu decidió insistir y lanzó cuatro ejércitos contra Flandes en 1640 para ahogar a su rival antes de que éste lo ahogase a él

Bergen-op-Zoon hasta la costa del norte de Flandes en junio, amenazando Hulst, Gante y Brujas. Don Fernando le contuvo hasta el 31 de julio, pero distraído, no pudo socorrer Hesdin, que cayó en junio, obteniendo La Meilleraye su bastón de mariscal. Cumplida su misión, FredrikHen­drik embarcó de nuevo y cruzó Brabante por tierra hasta la zona del Rhin para amenazar Geldern, y Venló. Don Fernando mientras se unió a Piccolomin­i para vigilar a La Meilleraye, uno de cuyos cuerpos batió sin consecuenc­ias al español Fontaine en San Niklaus.

Entonces Fredrik-Hendrik embarcó de nuevo para llegar otra vez frente a Hulst y vigilar el desarrollo de la batalla naval de las Dunas, que acabó con la destrucció­n de la escuadra española. A pesar de la derrota, unos 7.000 españoles lograron desembarca­r en Dunkerque y reforzar el ejército de don Fernando. Sin embargo, con la armada aniquilada el Cardenal-infante también tenía cortadas las comunicaci­ones por mar, a sus tropas se les debía entre 11 y 18 pagas, y no había forma de enviar el dinero a Flandes ni refuerzos. Por otro lado, la situación de Francia no era mucho mejor: el pueblo, harto de la presión fiscal se rebeló en Normandía, y bandas de “nu-pieds” se dedicaron a saquear y matar a los representa­ntes del rey. A finales de año hubo de ser enviado un ejército de 6.000 hombres bajo Gassion que rindieron Caen y Rouen sin lucha, y asaltaron Avranches.

EL FATÍDICO 1640

Entonces Richelieu decidió insistir y lanzó cuatro ejércitos contra Flandes en 1640 para ahogar a su rival antes de que éste lo ahogase a él. Frente a ellos, don Fernando quedó aún más debilitado ya que los 6.000 hombres de Piccolomin­i fueron llamados urgentemen­te de vuelta a Alemania. La Meilleraye con 27.000 soldados avanzó por el centro-sur de los Países Bajos contra Charlemont (Charlevill­e-Mezières) y Marienburg y luego marchar por el Mosa contra Bruselas o unirse a los holandeses, pero antes de empezar el asedio los españoles de Felipe da Silva y el imperial Lamboy le destrozaro­n la caballería, de modo que el francés hubo de replegarse. Mientras, Chaulnes y Châtillon, con 19.700 franceses, marcharon sobre Saint- Omer, en Flandes occidental. Amenazaron Airesur-Lys y Bethune en abril, e hicieron

 ??  ?? El duque de la Meilleraye y mariscal de Francia, Charles de la Porte, por el grabador Robert Nanteuil.
El duque de la Meilleraye y mariscal de Francia, Charles de la Porte, por el grabador Robert Nanteuil.
 ??  ?? Octavio Piccolomin­i, militar italiano al servicio de España, sobresalió por su dureza en el campo de batalla.
Octavio Piccolomin­i, militar italiano al servicio de España, sobresalió por su dureza en el campo de batalla.
 ??  ?? La revuelta de los nu-pieds de Normandía en 1639 amenazó el mermado poder del cardenal Richelieu.
La revuelta de los nu-pieds de Normandía en 1639 amenazó el mermado poder del cardenal Richelieu.
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El conde-duque de Olivares afrontó sus años más comprometi­dos durante este período.
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Hendrik Casimir, príncipe de Nassau.

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