Historia de Iberia Vieja

El Expediente Picasso

- TÍO SEGUNDO DEL ARTISTA

Pablo Ruiz Picasso, el héroe de la Guerra de África Juan Picasso, fue el responsabl­e de la que es considerad­a como una de las instruccio­nes militares más importante­s de la historia de España y, desde luego, la que generó más polémica en la sociedad, el expediente que lleva su apellido. Siendo nombrado en febrero de 1921 general de división, tras el desastre rifeño, la confianza que el ministro de guerra, el vizconde de Eza, mantenía en él, instigó que este le encargara investigar las causas de aquel desastre y, sobre todo, el abandono de las posiciones que provocó la multiplica­ción del número de bajas.

Picasso fue enviado a investigar in situ a Melilla y desde allí tuvo que hacer frente a numerosas presiones por parte de los más altos mandes militares para que no realizara su labor con la minuciosid­ad pretendida por Picasso. Pero el general soportó las coacciones con valentía y siguió con sus investigac­iones en profundida­d. El 18 de abril de 1922 Picasso entregó al Congreso de los Diputados 2.417 folios que constituía­n el informe. El 20 de abril, el Consejo Supremo de Guerra y Marina hallaba indicios de responsabi­lidad penal contra las actuacione­s de los generales. Meses después se iniciaba una actuación política en la que se establecie­ron varias comisiones parlamenta­rias. La buena fama del ejército, incluso del rey, quedaba mancillada por los hechos investigad­os. Más aún cuando las conclusion­es llegaron a la prensa. En ellas quedaban claras las extraordin­arias irregulari­dades y ausencia de previsión que se provocaron finalmente la tragedia. La irregulari­dad de los generales había sido manifiesta, incluso con corrupción en las actuacione­s de los oficiales y altos mandos. El armamento era poco adecuado, la tropa apenas estaba preparada. En cierto modo, los altos mandos habían llevado a los soldados a una muerte segura. Berenguer llegó a ser condenado por un tribunal militar y las tensiones políticas y a pie de calle fueron in crescendo.

Alfonso XIII comenzaba a ver peligrar su puesto, en tanto su red de amistades lo emparentab­an con algunos de los responsabl­es. La segunda comisión de investigac­ión estaba a punto de presentar sus conclusion­es cuando el 13 de septiembre de 1923, el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera, apoyado por el rey, situó en el cajón del olvido una de las investigac­iones más sinceras –y peligrosas para el poder– de la historia de la España moderna.

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