Los coches Anglada, de los que se vieron diversos modelos, funcionaban con motor de explosión y podían emplear incluso alcohol como combustible
no se habían construido las grandes refinerías y que no había gasolineras, todo estaba por hacer). Así pues, un coche eléctrico para moverse por la ciudad parecía ideal, es más, incluso se llegó a construir una “carroza eléctrica” para la reina regente María Cristina en 1896.
En 1899 se crea en Cádiz “Automóviles Anglada”, empresa creada por Francisco Anglada y varios socios, que aguantó en el mercado casi diez años. Los coches Anglada, de los que se vieron diversos modelos, funcionaban con motor de explosión y podían emplear incluso alcohol como combustible. En el norte, se desplegó la marca “Hormiger”, con coches fabricados en Gijón, mientras que en Cataluña proliferaron los talleres de coches a motor que tuvieron al mencionado Emilio de la Cuadra como referente principal. Volvamos a De la Cuadra, un tipo optimista donde los hubiera. Su sueño de crear una marca de automóviles de prestigio iba por buen camino, pero su músculo financiero era demasiado pequeño. Nos encontramos entre dos siglos y la “Compañía General Española de Coches Automóviles”, la empresa del bueno de Emilio, quería subirse al tren de la innovación que estaba cambiando el mundo. Desde la Barcelona de 1898 el militar reconvertido en empresario había estado representando a la marca Benz, pero quería ir mucho más allá diseñando coches propios. Uno de sus ingenieros, Carlos Vellino, sugirió contratar a un chaval suizo muy joven que trabajaba en Barcelona y que parecía muy despierto. Se trataba de Marc Birkigt, todo un genio de la mecánica. Fue la mejor decisión que pudieron tomar, porque Marc estaba llamado a dar vida a algunos de los automóviles más famosos del siglo XX.
Por aquel tiempo, hacia 1900, lo más innovador, como hemos visto, eran los coches eléctricos. Por desgracia, el omnibús eléctrico que dieron a conocer por entonces fue un fracaso rotundo y Vellino se vio obligado a abandonar la compañía. Quedando Birkigt como director técnico, los coches de La Cuadra cambian de orientación y van por el buen camino: el motor de gasolina es el futuro. La apuesta del suizo fue acertada: los nuevos coches eran sencillos, rápidos y fiables. Aunque comienzan a venderse en 1901, el dinero se acaba y Emilio se hunde sin poder recuperar la inversión. La idea había sido buena, pero sin dinero para invertir, poco