La Guerra Civil concluyó con la derrota de los republicanos y la pesadilla de una gran guerra que acechaba a los refugiados en Francia
a su madre, a su hermana y su país para guarnecerse del conflicto en suelo francés. Una familia de Bilbao, muy amiga de su madre, decidió abandonar España con camino a Francia y se ofreció para llevarse con ellos a Marina.
Alejada de los peligros de la Guerra Civil, se sintió enormemente sola. Desconocía qué era de su familia y no podía escribirles porque o las cartas no llegaban o eran censuradas. Menos mal que había estudiado francés en el colegio, lo que le permitió moverse en París con cierta soltura, mientras terminaba de aprender el idioma.
Dos años después, la Guerra Civil concluyó con la derrota de los republicanos y la pesadilla de una gran guerra que acechaba a los refugiados que vivían en Francia. El padre de la familia con la que llevaba más de dos años viviendo se sentó un día a hablar con ella. Habían decidido emigrar a México, el país más generoso en la concesión de asilo a los republicanos españoles, y la invitó a acompañarles. Marina, que ya había cumplido 16 años, había madurado muy rápido, sin haber tenido la oportunidad de disfrutar de los divertimentos y experiencias de una niña de su edad. Atormentada por lo que les podría haber pasado a sus padres, tomó la decisión que nadie podía adoptar por ella: se negó a escapar a México y decidió regresar a España.