Llevaba una vida de riesgo que dada su juventud no la importaba y llevaba consigo su falta de apego al dinero
caso, para colmo, también era policía. Después debía ir al ayuntamiento para que la otorgaran otra autorización. Un cúmulo de trabas que complicaba cualquier desplazamiento.
Cada vez que emprendía un viaje, los falsificadores que trabajaban para la resistencia elaboraban nuevos documentos con firmas falsas, que Marina debía enseñar a cualquier autoridad que se los pidiera durante el camino. Nunca tuvo problemas graves.
Para complicar más la situación a los policías del régimen y que no procedieran a registrarla en cualquier tren por la sospecha de que no era quién decía ser, adoptó una estrategia exitosa: siempre viajaba en las mejores condiciones posibles vestida con buena ropa y con maquillaje que la hacían parecer más mayor y pudiente. Y es que en aquella época los ricos no eran sospechosos de querer sublevarse contra el régimen de Franco, algo que cualquier persona de clase media y baja tenía que demostrar.
Marina llevaba una vida de riesgo que dada su juventud no la importaba y llevaba consigo su falta de apego al dinero. Invertía en buena ropa para parecer de buena cuna, aunque sin que fuera exagerado porque no quería dar la imagen de riqueza.
Cuando empezó a trabajar para la resistencia la pusieron el sueldo de un subteniente, lo cual acabó con la vida mísera que llevaba con su madre. Además, cuando se iba de viaje le daban una dieta para gastos que se consumía si iba a hoteles. Ella optaba por dormir en una pensión, mucho más barata, y ahorrar unas pesetas que a la vuelta entregaba a su madre. Al año de trabajar, su madre la sorprendió: se había comprado un abrigo de piel para ella y la había comprado otro a su hija. Un nuevo aditamento a su vestuario que la ayudó a que los falangistas y policías que buscaban rojos escondidos no sospecharan de ella.
Superada con matrícula de honor la prueba de trasladar paquetes con dinero e instrucciones de un punto a otro del país, sus jefes de la resistencia la encargaron un trabajo bastante más complicado. Debía acudir a la zona fronteriza con Francia para recoger a distintas personas que debía acompañar hasta Madrid, donde otras personas se encargarían de llevarlas hasta zonas de máxima seguridad.