En el complejo tablero de la diplomacia europea, sus padres resolvieron casarla con el hijo mayor de Maximiliano, Felipe
LA CORTE DE FLANDES En la corte de Flandes, Felipe era bien conocido por sus ímpetus amorosos y, aunque congenió al punto con su esposa, la influencia de esta no bastó para que abandonara esos devaneos.
En cualquier caso, Juana daría a luz a seis hijos, el segundo de los cuales –y primer varón– sería el futuro emperador Carlos. Tras la muerte de su madre, se había convertido en reina de Castilla y Felipe encontró expedito el camino para guarnecer su poder. No obstante, Fernando el Católico no dudó en atribuir a su hija una supuesta locura, con la consiguiente incapacidad para gobernar. Así comenzaron las disputas entre suegro y yerno hasta la muerte de este último en septiembre de 1506.
La mutua animadversión que se tenían alimentó el rumor de que Felipe había sido envenenado por su suegro, extremo que nunca se pudo probar. A lo que parece, Felipe bebió agua helada tras un exigente ejercicio físico, lo que le causó una fiebre de la que no pudo recuperarse. El traslado de su féretro por los páramos de Castilla, bajo la atenta y obsesiva vigilancia de su viuda, daría para un cuento de Poe e inspiró una de las obras más soberbias del pintor Eduardo Rosales.
A partir de entonces, Fernando tuvo vía libre para hacerse con las riendas de Castilla y, en febrero de 1509, Juana fue