En Pollensa se conservan numerosos testimonios legados por los templarios, entre ellos la residencia del lugarteniente de la Orden
la meta que buscarán afanosamente nuestros lectores: la Cova de Sant Martí, en las entrañas del Puig de Sant Martí, ya en el municipio de La Alcudia (
Dentro de Pollensa aún se conservan numerosos testimonios legados por los templarios, entre ellos la casa en donde fijó su residencia el lugarteniente de la Orden, ubicada en la esquina entre las calles Colón y del Temple, lamentablemente muy transformada en nuestros días; también fueron templarias la Casa de s’Aigua y la de S’Ombra. Todo ese arrabal perteneció a los caballeros de la cruz paté. A pocos metros se encuentra la iglesia de Santa María dels Àngels, que fue el convento templario de Pollensa; también fue del Temple el calvario, enclavado en el todavía llamado Puig del Temple, cuyo camino de subida constituye un viaje al más profundo recogimiento. IMPORTANTE LEGADO SOCIO-CULTURAL Pero por encima incluso de los avatares históricos, e incluso de los testimonios arquitectónicos conservados, hay algo que debemos de tener bien en cuenta, para llegar a calificar la extraordinaria herencia que el Temple dejó en los archipiélagos de Baleares y Pitiusas, cuyo legado lo hemos clasificado en cuatro grupos: socio-cultural, científico y gastronómico.
Respecto al primero, debemos decir que los templarios fueron los creadores de una raza espectacular equina, fruto de la mezcla del percherón y del árabe, lo que daría lugar como resultado un caballo único, cuyos ejemplares se han mantenido en la isla de Menorca, y a los cuales están dedicadas la fiesta del Día d’es Bé (Domingo anterior a San Juan, o sábado precedente, si el 24 de junio cayera en domingo), en la villa de Ciudadela; o la tradicional “Colcada”, que, a modo de cabalgata, en día 8 de septiembre, en honor a la patrona de Menorca, recorre las calles de la ciudad de Mahón, para culminar en el popular “jaleo” en la plaza. Santos ambos –Juan Bautista y Virgen de Gracia– venerados en los altares del Temple.
La espectacular escalinata que asciende a la montaña de Santa Águeda, en el centro de la isla de Menorca, que tiene como referente espacial el santuario de la Virgen negra de Toro, fue obra de alarifes hispanomusulmanes, pagados por los templarios.
Los templarios, con el apoyo logístico del monarca Jaime II de Mallorca, hicieron llegar a las Baleares un sustrato social importante de notables familias occitanas que huían de la cruzada albigense, primero, y de las llamas de la Inquisición, después, colectivos que fueron embarcados en el puerto de Col.lioure, en el Rosellón, donde el rey de Mallorca tenía su residencia de verano.
Los templarios contribuyeron a la construcción de los primeros molinos harineros movidos por energía eólica, para elaborar con la harina obtenida excelentes