La línea entre Mataró y Barcelona era relativamente sencilla de construir, al ser costera
Compañía del Camino de Hierro de Barcelona a Mataró allá por 1845. Biada y sus compañeros de aventura habían logrado atraer inversores, al contrario que en el caso gaditano, porque su estrategia era muy amplia de miras. En sus presentaciones incidían en las oportunidades comerciales que se abrían al comercio catalán con Europa y su pasión al mostrarlo terminó por atraer a gran cantidad de acaudalados interesados en hacerse con una tarta del futuro pastel.
Técnicamente la línea entre Mataró y Barcelona era relativamente sencilla de construir, al ser costera. Los cálculos financieros de los promotores aventuraban unos márgenes de beneficio realmente interesantes lo que, unido a una efectiva campaña comercial, terminó por hacer que el capital necesario fuera creciendo poco a poco. Los accionistas iban creciendo sin cesar y el proyecto entró en una fase de optimismo, ¡al fin parecía que podía llevarse a cabo! Con gran parte del capital ya conseguido, se encargó el proyecto técnico al ingeniero inglés Joseph Locke, un reputado pionero del ferrocarril y se legalizó la empresa. Todo estaba en marcha, pero los permisos definitivos no pudieron lograrse hasta 1846, con una concesión estatal por 99 años. Vaya, este tipo de empeños son costosos, pero con trabajo y esfuerzo se consiguen materializar… hasta que la realidad choca con los sueños y puede arruinarlos. Veamos, nos encontramos con un proyecto viable, un permiso administrativo y una empresa que parece sólida, pero cuando llegó el momento para que los accionistas desembolsaran el capital y comenzar a construir la vía, la cosa se puso muy fea. Hubo críticas, se tachó a los promotores de fantasiosos, nadie creía que aquello fuera en serio, pero a pesar de la fuga de inversores, Biada y sus amigos arriesgaron todo su patrimonio para sacarlo adelante. Al final, lo que nadie creía que fuera posible, vio la luz. UN AÑO COMPLICADO Las obras se iniciaron en 1847, en medio de una brutal inestabilidad política y económica no sólo en España, sino en toda Europa. La crisis en la bolsa londinense hizo que los británicos se retiraran, pero el empeño de los empresarios catalanes continuó sin mella, absorbiendo ellos mismos los costes de la crisis para, finalmente, y a pesar de un retraso en las obras y del triste fallecimiento de Biada, el camino de hierro fue concluido con éxito. Aquello sorprendió a toda España, ¡se había logrado! No era una fantasía, en las pruebas se agolpaban cientos de curiosos, para ver las rugientes calderas y los relucientes vagones. Oficialmente se inauguró la línea Barcelona-Mataró el 28 de octubre de 1848. El paso del tiempo dio la razón