La sombra de la traición cobraba cada vez más fuerza entre los presos pero no se llegaba a conocer quién había podido delatarlos ni por qué
líder comunista apareciese, Macià y Carner Ribalta decidieron volver a París. DETENIDOS EN LA FRONTERA Sin embargo, todo el operativo ideado por el Comité de París se fue al traste antes, incluso, de ponerse en marcha, ya que los grupos de guerrilleros fueron detenidos por destacamentos de la gendarmería, entre los días 2 y 4 de noviembre, al tiempo que se cerraba la frontera hispano-francesa por aquel punto. El diario La Época fue, en su edición del 4 de noviembre, uno de los primeros rotativos que daba la noticia y catalogaba la acción como “una conspiración mezquina y sin importancia descubierta en Francia, y de la que formaban parte elementos españoles, italianos y acasos franceses. Parece que el intento era pasar la frontera y unirse a algunos elementos que se dicen estaban preparados aquí, pero de los cuales no tenemos ninguna noticia”.
Los expedicionarios detenidos fueron llevados a un cuartel situado en Perpiñán y entre ellos surgía el estupor y la duda de cómo había podido fracasar de una manera tan rápida aquel golpe que llevaban tanto tiempo planeando. Poco a poco, se fue desarticulando este grupo y se llegó hasta el líder de esta formación que pensaba actuar mediante las armas. En efecto, el propio Macià no escapó a las pesquisas de las autoridades francesas y como relataba El Heraldo de Madrid el 5 de noviembre “En Prats de Molló, a varios kilómetros al sur de Perpiñán, hallaron a once españoles, reunidos con el ex coronel D. Francisco Macià. Se les ocuparon sendas maletas con documentos y armas. Informes de París aseguran que al ser registrado el domicilio del señor Macià, en el Bois Colombe, se ha encontrado gran acopio de elementos revolucionarios”.
El 12 de noviembre, Francesc Macià fue trasladado en tren a París y, una vez allí, se le condujo hasta la Dirección General de Seguridad de la Rue des Saussaies para ser llevado posteriormente a la prisión de La Santé. Durante este tiempo se había ido encontrando pruebas que evidenciaban que lo que ya se conocía como Complot de Perpiñán, pretendía causar una revuelta armada en territorio español. Se encontraron varios depósitos de armas, pero, sin embargo, aún quedaba la duda de cómo había advertido la gendarmería española los planes de estos expedicionarios.
La sombra de la traición cobraba cada vez más fuerza entre los presos pero no se llegaba a conocer quién había podido delatarlos ni por qué. El 15 de noviembre, 86 de los encarcelados fueron expulsados de Francia cuyo gobierno, previa negociación con la vecina Bélgica, había decidido trasladarlos en pequeños grupos. Otros 42