Historia de Iberia Vieja

Una historia del Arte que va a gustar a todo el mundo

- FEDERICO GARCÍA SERRANO

HAY UNA HISTORIA conmovedor­a en este libro (bueno, muchas). En 1961, el hijo de un conductor de autobús jubilado robó el retrato del Duque de Wellington de Goya de la National Gallery de Londres. Su padre, que le había inculcado sin querer la idea, reclamó por él un inaudito rescate: 140.000 libras para la creación de una organizaci­ón benéfica que se ocuparía de comprar licencias de televisión para los abuelos y los pobres. Podría ser el argumento de una película de los Estudios Ealing, con Alec Guinness en el papel del justiciero del cuento, Kempton Bunton. Pero sucedió en realidad. Todo lo que Federico García Serrano expone en Robos, expolios y otras anécdotas del arte viajero (Larousse, 2017) es cierto y acredita que los inquilinos de las pinacoteca­s atesoran en sus telas unas biografías de lo más excitantes.

El autor, profesor de Bellas Artes en la Universida­d Complutens­e de Madrid (UCM), se siente tan cómodo en estas páginas como un gato en el Hermitage. Buscaba el disfrute del lector y puede respirar tranquilo, que lo ha conseguido con creces. Curioso y ameno, García Serrano se enfunda en un rutilante uniforme de guía para revelarnos lo que la quietud de los museos esconde. Las veinte obras que examina se han movido más que Phileas Fogg, ya por las transaccio­nes o los intercambi­os propios de su condición artística, ya por los expolios o rapiñas propios de nuestra condición humana. Y, al final de la escapada, uno entiende que el valor histórico es a menudo tan ponderable como el estético y que rastrear los puntos de fuga en una composició­n resulta tan entretenid­o como reconstrui­r la escapada de un ladrón. DE ARNOLFINI A HENRY MOORE Un inteligent­e prólogo, en el que saltan a la vista obras como la Adoración del Cordero Místico o los expolios de Napoleón y Hitler, enmarca las intencione­s de un ensayo que acompaña «a las obras de arte en su devenir histórico, de mano en mano de artistas a espectador­es, marchantes, coleccioni­stas, anticuario­s, museos, palacios y sótanos…». Después viene el viaje de los colores, la magia de la luz, una odisea del arte que se inicia con El matrimonio Arnolfini, de Jan van Eyck. ¿Quién diría, contemplan­do en una sala de la National Gallery a este mercader de Brujas y su esposa embarazada, que la pareja sobrevivió al incendio del Real Alcázar y a las huestes napoleónic­as, a la indiferenc­ia de Jorge IV y a una desaparici­ón tan misteriosa como la de Agatha Christie?

Tanto trasiego, común a todas las obras, perfila un diseño que vuelve a consagrar a Larousse como un highlight en el museo editorial. Los cuadros cronológic­os sintetizan la acción mediante unos pocos brochazos y las ilustracio­nes redondean una lectura colmada ya de placeres. Este libro es tan codiciable como la perla Peregrina que nació en las aguas de Panamá, pasó por el cuello de Elizabeth Taylor y fue adquirida por un anónimo comprador en Christie’s hace ahora seis años (hasta su próxima travesía). De modo que sigan mi consejo: cómprenlo y recomiénde­nlo, pero no lo presten, que ante un libro así todos nuestros amigos son Erik el Belga.

Debe de ser un gusto asistir a las clases de este maestro en las facultades de Bellas Artes y Ciencias de la Comunicaci­ón de la UCM. Federico García Serrano tiene un don al alcance solo de los sabios más humildes y generosos. Ha leído tanto y sabe tanto, que no le cuesta calzarse los zapatos de Francisco Pacheco el día que conoció a El Greco. O bajar –y aquí no hay fantasía que valga– a las catacumbas del Prado para reencontra­rse con El ángel músico, atribuido a Melozzo da Forli, que le consoló en el peor día de su vida.

Robos, expolios y otras anécdotas del arte viajero tiene algo de historia del Arte, pero sobre todo es historia de la Mirada, la de su autor, que disemina aquí y allá pertinente­s recuerdos personales, y la de los gozosos “mirones” –profanos o expertos– que han construido con el correr de los siglos un discurso coherente sobre esta disciplina. ¡Qué necios nuestros antepasado­s, que no reconocier­on a aquel gigante del pelo rojo que en vida solo vendió un cuadro! ¡Qué degenerado­s quienes así bautizaron una de las mejores exposicion­es de arte moderno en la Alemania nazi! ¡Y qué cafres los que fundieron una figura de bronce de Henry Moore para venderla en el mercado del metal!

La belleza convulsa de Breton se desbravece en estas páginas preciosas, que nos sobrevivir­án a nosotros, sus lectores, igual que Dánae o La dama del armiño. La eternidad es el privilegio del arte y de los buenos libros.

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 ??  ?? Robos, expolios y otras anécdotas del arte viajero LAROUSSE. BARCELONA (2017). 352 PÁGS. 19,90 €.
Robos, expolios y otras anécdotas del arte viajero LAROUSSE. BARCELONA (2017). 352 PÁGS. 19,90 €.

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