Historia de Iberia Vieja

El deber de informar es el deber de revelar

- Bruno Cardeñosa Director @HistoriaIb­eria

La Transición está repleta de renglones torcidos. El hecho de que aquí se haya tomado la decisión de borrar la memoria no convierte a nuestro pasado reciente en algo para ensalzar. Ser consciente de que todo y todos tienen o tenemos agujeros negros no nos hace peores. No hay nada más importante que saber, aunque lo que se sepa moleste y rompa los esquemas que nos hemos hecho sobre las cosas. En esos esquemas está el hecho de que España –más bien los reinos que conformaba­n España– descubrió América y ha costado muchas décadas e informacio­nes darnos cuenta de que las evidencias demostraba­n que Colón fue casi el último en llegar, pero ello no es óbice para sentenciar que su llegada fue la que transformó la historia de la humanidad, por mucho que otros hubieran surcado antes los mares. Tanto nos hemos centrado en América que nos hemos olvidado de que otras partes del globo, como Australia, fueron exploradas por nuestros navegantes antes que cualquier otra potencia supiera que había una gran isla-continente en las antípodas.

El hecho de que Australia se llame Australia –viene de Austrialia, es decir, de la dinastía de los Austrias, que reinaban entonces– no es casualidad y por eso hemos publicado un reportaje sobre este hecho.

No éramos especiales ni mejores que otros, pero no se puede olvidar que fuimos los primeros en explorar aquellas tierras. Tenemos que sacar pecho de ese hecho desconocid­o que no forma parte del corpus de ideas del mismo modo que podemos y debemos presumir de la reciente

Transición, que ha servido para que España saliera de una dictadura de décadas sin que los ciudadanos se enfrentara­n por ello y que las ideas de los contrarios no supongan motivo de odio. Pero nada de eso quiere decir que no existieran nubarrones

sobre el conocimien­to de lo ocurrido, que hemos conocido y sabido gracias a numerosos documentos secretos que han aparecido en los últimos tiempos y que han arrojado luz sobre nuestro pasado. Nosotros hemos sacado esos documentos, los hemos publicado y hemos contribuid­o a dar luz a aquello que algunos no han querido que se sepa. Gran parte de esos documentos han visto la luz gracias al impulso original de Wikileaks y la persona que hay detrás de ese movimiento que ha contribuid­o a cambiar el mundo, Julian Assange. Nosotros, como otros muchos medios de comunicaci­ón, hemos dado luz verde a esos documentos, pero no deja de llamar la atención que ahora que

el gobierno británico acaba de decidir mantenerlo en prisión –se encuentra recluido en una embajada y con graves problemas de salud– los medios que se aprovechar­on de los documentos secretos que publicó no se impliquen lo suficiente a la hora de denunciar lo que está sucediendo, que es de una gravedad sin parangón.

La prensa y los periodista­s tienen que denunciar cuando desde arriba se quiere ocultar la realidad. Por ejemplo, en el caso de Tabarnia todo empezó como una broma –con raíces históricas y un fundamento en el pasado, por eso lo hemos traído a nuestras páginas– pero el movimiento necesariam­ente lúdico de su arranque se ha confundido y ha sido capitaliza­do por personas que sólo buscan enfrentar y dividir a los propios catalanes y han tomado partido, usando el nacionalis­mo que dicen combatir, por una idea que se ha materializ­ado en una bandera que incluye símbolos que están siendo empleados por movimiento­s ultras y violentos.

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