Martínez Hoyos: “Las nuevas clases altas en América despreciaban a los indios en el día a día”
Historia de Iberia Vieja: En los últimos tiempos, parece que la leyenda negra en América se está refutando con nuevos bríos. ¿Cómo ve la cuestión? ¿Diría que el imperio español fue “peor”, “mejor” o “igual” que otros? En esta línea, ¿habría fuera de nuestras fronteras figuras comparables a un Francisco de Vitoria, un Bartolomé de las Casas o un Juan de Palafox?
Francisco Martínez Hoyos: El imperio hispano, con sus claroscuros, fue igual que otros.Y, como ellos, tuvo su propia leyenda negra, menos por español que por imperio, como nos recuerda Ricardo García Cárcel. Existió, sin embargo, una importante diferencia. Aquí se abrió un debate sobre la legitimidad de la conquista, protagonizado por el padre Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda.
España elaboró una serie de disposiciones muy avanzadas para la época, en favor de los indios, pero no era posible hacerlas cumplir a rajatabla con los medios del siglo XVI. Cuando se promulgan las Leyes Nuevas, en 1542, en Perú estalla una guerra civil. Los conquistadores no estaban dispuestos a aceptar que desde la península se les dijera lo que tenían que hacer.
Por otra parte, se olvida con frecuencia que los europeos, por más caballos y armas de fuego que tuvieran, se encontraban en abrumadora inferioridad numérica frente a los americanos. Si, con todo, vencieron, fue porque se beneficiaron del apoyo de
muchos pueblos indígenas que tenían su propia agenda política, cansados del dominio de aztecas o incas.
¿Qué diferencias sustanciales encuentra en el tratamiento al “problema” indio por parte de los Austrias y los Borbones?
Los Borbones, con su política centralizadora, quisieron imponer a los indígenas una única lengua, el castellano, y agruparlos en poblaciones para facilitar su control. Pero la voluntad de la Corona y la realidad no siempre coincidían. La gran expansión del español entre los indígenas se produce a partir del siglo XIX, con las independencias, como ha señalado el profesor Santiago Muñoz Machado.
¿Qué significó para los nativos la expulsión de los jesuitas ordenada por Carlos III?
La pérdida de unos valiosos defensores, por más que les hubieran impuesto un sistema de gobierno bajo control religioso. Con todo, la disciplina de la Compañía de Jesús, desde un punto de vista indígena, valía más que la opresión de los esclavistas portugueses.
La independencia, ¿convirtió a los indios en ciudadanos?
Sobre el papel, sí. En la práctica, la ciudadanía teórica iba acompañada de obligaciones muy reales. En el pago de impuestos, por ejemplo. Las nuevas clases dominantes, integradas por blancos, podían enaltecer a los indios de los tiempos prehispánicos, pero despreciaban a los que convivían con ellos en el día a día. En el mejor de los supuestos, plantearon una asimilación radical: si los nativos iban a ser mexicanos, peruanos o argentinos, debían renunciar a su cultura y a su lengua. En el peor de los casos, los gobiernos republicanos optaron por el genocidio puro y simple.
¿Están avanzando las sociedades americanas hacia la integración de los “pueblos originarios” o se han estancado los viejos antagonismos raciales?
Falta mucho, por desgracia, para que el racismo se elimine por completo. Por otra parte, la identidad indígena no es una sino múltiple, algo que el indigenismo radical no acaba de reconocer. ¿Es necesario, para mantener lo propio, oponerse sin matices a todo lo que representa Occidente? Muchas veces, la recuperación de lo prehispánico consiste en la invención de supuestas tradiciones, por no hablar de la utilización de un concepto obsoleto, el de raza. No obstante, la raíz del problema, como bien supo ver el pensador José Carlos Mariátegui, es de índole económica. En Perú no son blancos los que ocupan los peores trabajos. Los lugares en los que viven se les llama “asentamientos humanos”.../