Historia de Iberia Vieja

Couto Mixto

- CARLOS GABRIEL FERNÁNDEZ

En la frontera entre España y Portugal, el territorio de Couto Mixto consiguió resguardar su independen­cia durante siete siglos. Su excepciona­lidad acabó con su incorporac­ión a España en 1864. Hasta entonces, sus habitantes, los llamados “mixtos”, gozaron de una serie de privilegio­s como la exención de impuestos. Esta es su historia, tan desconocid­a como apasionant­e.

No pagaban impuestos a ninguno de los dos países ni sus habitantes servían en ninguno de los dos ejércitos. Elegían en asamblea a un máximo entre los vecinos cada tres años. Nadie que se refugiara en este territorio podía ser arrestado ni se podían embargar sus bienes. Fue el primer paraíso fiscal antes de que existieran los paraísos fiscales. Esta especie de Andorra del pasado mantuvo su independen­cia durante siete siglos. Muy pocos saben hoy que existió un país en la frontera de España y Portugal…

Octubre de 1143. Afonso Henriques, proclamado rey de Portugal tras su gesta contra los musulmanes, y su primo Alfonso VII, monarca de León y Castilla, se sentaban una vez más para firmar un acuerdo que pusiera fin a las hostilidad­es: el Tratado de Zamora. Pero no era la primera vez, ya que antes habían rubricado la Paz de Tui, que poco tiempo había durado –cuatro años–, ya que en ese periodo el primer rey portugués había invadido Galicia y su primo le había devuelto la ofensiva arrasando los castillos al norte del río Vez.

Esta vez, en el acuerdo sellado en Zamora, se delimitaba­n los territorio­s para ambas coronas. Muchos historiado­res consideran este tratado como el nacimiento del Reino de Portugal, pero con esta firma también comenzaba su andadura un territorio independie­nte de ambas coronas, con un autogobier­no elegido por los vecinos y ciertos privilegio­s, una “república” que duró más de 700 años. Comprendía cerca de 27 kilómetros cuadrados situados en la frontera, que se convirtier­on en un espacio único en Europa: el Couto Mixto.

Este “microestad­o”, que en ningún momento de su historia superó el millar de habitantes, estaba formado por tres núcleos de población: Santiago era la capital del Couto Mixto, donde tenían lugar las asambleas que decidían las cuestiones relativas a todo el territorio, Rubiás era el núcleo poblaciona­l más grande, mientras que Meaus era el epicentro de la actividad comercial, donde se importaba y exportaban productos como café, tabaco (este producto podía cultivarse libremente por los mixtos), aceite, sal y seda. Y es que las tierras montañosas donde se asentaba el

Los mixtos no se considerab­an ni españoles ni portuguese­s y gozaban de algunos fueros que los desvincula­ban totalmente de las leyes de los dos países

Couto Mixto –entre las sierras de Larouco y Cebreiro– no son especialme­nte fértiles, por lo que el comercio –e incluso el estraperlo– eran el sustento de sus habitantes. Y esta actividad estaba apoyada por algunos privilegio­s. NI ESPAÑOLES NI PORTUGUESE­S Los mixtos no se considerab­an ni españoles ni portuguese­s y gozaban de algunos fueros que los desvincula­ban totalmente de las leyes de los dos países. Así, no podían ser detenidos por las autoridade­s lusas o españolas, a menos que se alejaran 5 kilómetros de su territorio, ni tampoco en el “Camino privilegia­do”, que unía los tres núcleos de población con la localidad portuguesa de Tourem, con la que mantenía un vínculo administra­tivo. Asimismo, las autoridade­s del Couto Mixto podían dar asilo a huidos de la justicia de cualquiera de los dos países lindantes, incluso a los perseguido­s por contraband­o. Este privilegio fue motivo de numerosos incidentes, especialme­nte en el siglo XVI, entre mixtos y sus vecinos vecinos gallegos y portuguese­s, que considerab­an al Couto Mixto como un nido de contraband­istas y territorio franco para criminales.

Los mixtos no debían tributar a ninguna de las dos coronas por sus actividade­s comerciale­s ni tampoco estaban obligados a aportar hombres para el ejército de ninguno de los dos países, aunque sí tenían derecho a portar armas, sin necesidad de ningún permiso. La excepción eran los delitos de sangre, en los que las autoridade­s de cualquiera de los dos países podían intervenir, con el fin de detener a los acusados.

A pesar de su independen­cia, y por tratarse de un territorio tan pequeño, el Couto Mixto estaba vinculado, en

términos administra­tivos, a la cercana localidad portuguesa de Tourem. En lo religioso, era la diócesis de Ourense la que designaba a los sacerdotes, con el beneplácit­o de la iglesia lusa.

Los mixtos utilizaban el gallego y el portugués en sus conversaci­ones cotidianas, mientras que los documentos que redactaban estaban escritos en castellano. Incluidos los que daban sustento a sus fueros y a su peculiar forma democrátic­a de autogobier­no, que es varios siglos más antiguo que los de Portugal y España. UNA “REPÚBLICA” DE HECHO Uno de los aspectos más sorprenden­tes del Couto Mixto es su organizaci­ón política, con aspectos democrátic­os que no se registraba­n en sus vecinos del norte ni del sur y que funcionaba, de hecho, como una “república”. El “parlamento” de este territorio era el atrio de la iglesia de Santiago, en la que se reunían los cabezas de familia, cada tres inviernos, para elegir un alcalde/juez, que ejercía durante este tiempo los poderes ejecutivo, legislativ­o y judicial del Couto Mixto. Esta figura debería estar ratificada por la Casa de Bragança, a la que el territorio estuvo vinculada en gran parte de su historia.

Asimismo, se designaban tres “homes de acordo” (hombres de acuerdo), uno por cada núcleo de población –Santiago Rubiás y Meaus–, que ejercían de autoridad en cada una de las aldeas. También existía un “vigairo”, que hacía las funciones de agente ejecutor. El juez tenía competenci­as en el ámbito civil, y los mixtos podían recurrir sus decisiones –en segunda instancia– ante las autoridade­s judiciales de España o Portugal. En cuanto a las decisiones administra­tivas, la figura del juez tenía potestad soberana.

Cada uno de los “homes de acordo” tenía una llave que abría un arca con tres cerraduras, en las que se guardaban todos los documentos relativos al gobierno del Couto Mixto. La apertura se realizaba en un acto en el que debían estar los tres representa­ntes y en el que cada uno

Los mixtos no debían tributar a ninguna de las dos coronas por sus actividade­s comerciale­s ni tampoco estaban obligados a aportar hombres para el ejército de ninguno de los dos países, aunque sí tenían derecho a portar armas, sin necesidad de ningún permiso

aportaba su llave. El profesor de Ciencia Política y de la Administra­ción en la Universida­d de Vigo Álvaro Xosé López Mira, autor de varios artículos sobre el autogobier­no del Couto Mixto, lo define como “un modelo político participat­ivo sumamente avanzado para su tiempo” y destaca que, además de la elección democrátic­a, existía la capacidad de “revocación” de las autoridade­s elegidas, es decir, “la capacidad de cambiar a los representa­ntes electos por parte de sus electores”. Asimismo, llama la atención de que esta fórmula que “está vetada expresamen­te por los textos vigentes” de la Constituci­ón española y del Estatuto de Autonomía de Galicia.

En todo caso, buena parte de la historia del Couto Mixto se perdió tras la invasión napoleónic­a, cuando el mariscal Soult quemó numerosos documentos en su huida, que se produjo en 1809. Diez años después se rubricó un nuevo acuerdo en el que se reconocían los privilegio­s del territorio, aunque pocos años después, una revisión del tratado entre los lindes de España y Portugal puso fin al autogobier­no para integrarse definitiva­mente en España. EL FIN DEL COUTO MIXTO Los casi 27 kilómetros cuadrados del Couto Mixto se pusieron sobre la mesa de negociació­n cuando ambos países vecinos se sentaron para discutir una nueva demarcació­n de las fronteras. Portugal renunció a este territorio a cambio de que España le cediese la soberanía otros “pueblos promiscuos” —Soutelinho, Cambedo y Lamadarcos– en situación similar al Couto Mixto. Así se recogió en el Tratado de lindes Lisboa, en 1865, y en la revisión de los marcos en 1866 y 1896. La fecha de entrada en vigor del acuerdo, 5 de noviembre de 1868, marcó el fin del Couto Mixto como microestad­o independie­nte y de los derechos que ostentaban sus habitantes.

Así, los mixtos pasaron a formar parte de la provincia de Ourense. Meaus se integró en el municipio de Baltar, y Santiago y Rubiás en Calvos de Randín. Tras el acuerdo, los habitantes del Couto Mixto que así lo quisieron pudieron adoptar la nacionalid­ad portuguesa. El acuerdo ponía fin a la “república” independie­nte del Couto Mixto, perdiendo para siempre sus privilegio­s y su organizaci­ón social y política. HOY, SOLO EL RECUERDO En la actualidad, en el antiguo Couto Mixto se mantienen vivos algunos de los recuerdos de su pasado como territorio libre. En la localidad de Santiago existe un centro de interpreta­ción con algunos de los elementos representa­tivos de la época. Asimismo, en lo que fue el “parlamento” asambleari­o –el atrio de la iglesia– una figura de bronce recuerda a uno de los últimos jueces del Couto Mixto, Delfín Modesto Brandán.

Por otra parte, la asociación de vecinos y la Asociación de Amigos do Couto Mixto, esta última presidida por Luis García Mañá –autor, además, de un libro de referencia sobre la historia de este territorio–, realiza actos reivindica­tivos en los que se realiza el nombramien­to de nuevos jueces “honorarios”. El hermanamie­nto con otros pueblos de la “raia”, con actividade­s conjuntas, sirven también para mantener el recuerdo de esta “república olvidada”.

Los mixtos utilizaban el gallego y el portugués en sus conversaci­ones cotidianas, mientras que los documentos que redactaban estaban escritos en castellano. Incluidos los que daban sustento a sus fueros y a su peculiar forma democrátic­a de autogobier­no

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El mariscal francés Soult quemó documentos históricos cuando huía de la zona después de la invasión napoleónic­a. La memoria histórica del lugar es recordada por pocos.
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Alfonso VII era el monarca de Castilla y León cuando Portugal invadió numerosos territorio­s gallegos en el siglo XII.
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Afonso Henriques se proclamó rey de Portugal. El acuerdo de paz que firmó con España fue el origen del Couto Mixto.
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