Los secretos de la cultura del vaso campaniforme
LOS PUEBLOS IBÉRICOS de la Prehistoria “exportaron” su cultura a toda Europa – Gran Bretaña, Sicilia, Polonia y, en general, al centro del continente–, pero no así sus genes. Esa es la conclusión de un estudio internacional publicado en la revista Nature con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En efecto, la cultura del vaso campaniforme, procedente de Iberia, sembró de restos todos esos lugares, pero esa difusión no se debió a grandes migraciones, puesto que no existe ninguna evidencia de que hubiera una salida genética desde Iberia a dichas zonas. “La difusión de la cultura campaniforme desde Iberia sería el primer ejemplo de cultura que se transmite como idea, básicamente por una cuestión de prestigio social (esta cultura estaba asociada a virtudes viriles y guerreras) y que por ello es adoptada por otras poblaciones”, con palabras del investigador Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva, centro mixto del CSIC y la Universitat Pompeu Fabra.
Hace entre 4.700 y 4.400 años, un nuevo tipo de alfarería de vasos campaniformes se extendió a lo largo de Europa occidental y central. Durante más de un siglo, los arqueólogos han intentado determinar si la difusión de esta alfarería campaniforme –y la cultura asociada a ella– representó una migración a gran escala o se debió sencillamente al intercambio de nuevas ideas. Pues bien, según este estudio, que incluye datos del ADN de 400 esqueletos prehistóricos recogidos de yacimientos de toda Europa, la cultura que produjo los vasos campaniformes se extendió entre Iberia y Europa central sin un movimiento significativo de poblaciones. Más tarde, sí, la cultura campaniforme se extendió a otros lugares a través de migraciones.