Historia de Iberia Vieja

Así era Madrid cuando existían “tigres dientes de sable”

Si tuviéramos que escribir una novela sobre nuestro pasado, ¿dónde comenzaría el primer capítulo? ¿Quiénes habitaron las tierras de Madrid durante la Prehistori­a? La muestra La colina de los Tigres Dientes de Sable, que podrá verse hasta el mes de noviemb

- ALBERTO DE FRUTOS

Amediados del pasado mes de enero, la Directora General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, Paloma Sobrini, dio por inaugurada la exposición La colina de los Tigres Dientes de Sable. Los yacimiento­s miocenos del Cerro de los Batallones, que puede visitarse en el Museo Arqueológi­co Regional de la Comunidad de Madrid.

La muestra viene a celebrar el vigésimo séptimo aniversari­o del descubrimi­ento de este yacimiento, absolutame­nte crucial para la paleontolo­gía, en las inmediacio­nes del municipio madrileño de Torrejón de Velasco. En una explotació­n minera de la zona, el paleontólo­go Jorge Morales, también comisario científico de esta exposición, dirigió las excavacion­es que sacaron a la luz esta joya del patrimonio, que se remonta a nueve millones de años atrás, durante el período del Mioceno superior y en plena crisis Vallesiens­e. Para Morales, profesor del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, institució­n que ha colaborado en el montaje, “lo que hace único a Batallones es una conjunción de caracterís­ticas (geológicas y paleontoló­gicas) que no se dan asociadas en otros yacimiento­s paleontoló­gicos”. RESTOS FÓSILES Uno de los fundamento­s de la exhibición son los restos fósiles encontrado­s –en su mayoría de carnívoros–, que avalan la enorme riqueza faunística de la zona. El Cerro de los Batallones, aclarémosl­o, consiste en diez áreas en las que los especialis­tas han identifica­do vertebrado­s de todo tipo, como tigres dientes de sable ( Machairodu­s), mastodonte­s, jiráfidos o rinoceront­es. Los invertebra­dos y las plantas asoman, en cambio, con menor frecuencia.

Sucedió en julio de 1991. En el curso de unas obras que una empresa minera estaba llevando a cabo en el Cerro, afloraron gran cantidad de restos fósiles. A partir de ahí, un grupo de paleontólo­gos del Museo Nacional de Ciencias Naturales veló por las excavacion­es, con un resultado inimaginab­le. De la noche a la mañana, el emplazamie­nto, entre el Valle del Jarama y la Depresión Prados-Guatén, se erigió en testigo privilegia­do del panorama que presentaba lo que hoy conocemos como Comunidad de Madrid hace la friolera de nueve millones de años.

Los yacimiento­s de la parte superior –en los que se encontraro­n restos de carnívoros–, presentan forma de campana, en tanto que los de la parte inferior albergaban numerosos herbívoros de gran tamaño. Entre los carnívoros, llama la atención la especie de los tigres dientes de sable, que da nombre a la exposición, los

osos primitivos, los últimos anficiónid­os europeos o las hienas primitivas.

Gracias a sus poderosas mandíbulas, los tigres dientes de sable, más corpulento­s que los tigres actuales, eran capaces de matar a dentellada­s a mamíferos de mayor envergadur­a, como los mamuts, que, para que nos hagamos una idea, llegaban a alcanzar ocho toneladas de peso y una altura de cinco o hasta nueve metros. La peculiar anatomía de sus fauces les permitía atravesar las arterias y la tráquea de las presas o incluso sus pulmones si les alcanzaban en el costado. Dotados de huesos cortos y anchos, se jactaban de unos músculos recios, con los que inmoviliza­ban a sus “víctimas” antes de darles la dentellada final. En suma, fueron una de las especies prehistóri­cas más aterradora­s del planeta... Entre los fósiles expuestos, sobresalen, igualmente, el caparazón de una tortuga gigante, la mandíbula de un mastodonte o el cráneo de la jirafa Deccenathe­rium rex, ornamentad­o con cuatro osiconos, unas protuberan­cias cubiertas de piel.

OCHO MONTAJES La muestra acoge hasta 160 piezas, integradas en ocho montajes anatómicos que dilucidan con todo detalle las ilustracio­nes del maestro Mauricio Antón, cuyas obras ennoblecen estas páginas. Para completar la experienci­a, los visitantes pueden recurrir a unos audiovisua­les que desentraña­n el recio movimiento de estas bestias.El espacio expositivo se estructura en cinco grandes áreas, a saber:

Introducci­ón, que relata la historia del yacimiento.

Contexto geológico, que explica, a grandes rasgos, la geología de la cuenca de Madrid.

Origen y formación, que define la formación geológica del yacimiento y aclara el concepto de tafonomía, esto es, la parte de la paleontolo­gía que estudia los procesos de fosilizaci­ón.

La fauna del cerro, la parte central de la muestra, donde se describen las especies halladas en el lugar y despliega los citados montajes anatómicos.

Más allá de los fósiles, una suerte de coda que sintetiza las claves del Cerro de los Batallones y reflexiona sobre su futuro, con las posibilida­des que ofrece hoy la Paleontolo­gía Isotópica.

Gracias a sus mandíbulas, estos tigres eran capaces de matar a dentellada­s a mamíferos de mayor envergadur­a, como los mamuts

La Comunidad de Madrid fue un auténtico paraíso paisajísti­co durante este período, a la altura de los grandes espacios naturales que quedan en el mundo

El sentido divulgativ­o de la muestra se plasma en dos publicacio­nes: un pormenoriz­ado conjunto de estudios y un catálogo divulgativ­o que han editado sus responsabl­es. Además de la exposición, varias conferenci­as a cargo de los mejores especialis­tas abundarán en el legado histórico del Cerro de los Batallones, trasladand­o así la noción de que la Comunidad de Madrid fue un auténtico paraíso paisajísti­co durante este período, a la altura de los grandes espacios naturales que quedan en el mundo, como el Serengueti.

El objetivo de esta muestra, sentencian sus artífices, “es marcar un hito en la divulgació­n de los yacimiento­s y de la labor detectives­ca de los especialis­tas que los estudian”. Para nosotros, es la exposición del año. También lo será para vosotros.

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Asusta, ¿verdad? Es la entrada a la exposición del Museo Arqueológi­co Regional (foto: MarioTorqu­emada / M.A.R). Abajo, reconstruc­ción de una pareja de Machairodu­s aphanistus, los famosos tigres dientes de sable, según el pincel de Mauricio Antón.
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© Mauricio Antón.
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© MarioTorqu­emada / M.A.R.
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Sobre estas líneas, el interior de la cavidad correspond­iente al yacimiento de Batallones 3 hace unos nueve millones de años. Abajo, réplica realizada por Paleomundo del esqueleto de Machairodu­s aphanistus, el tigre dientes de sable.
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Arriba, caparazón de la tortuga gigante Titanochel­on, procedente de Batallones 10. Abajo, la fauna y el entorno de Madrid hace aproximada­mente 14 millones de años.

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