El valle del Guadalquivir
CUATRO ZONAS tuvieron en la Antigüedad las condiciones climáticas y de fertilidad en su suelo que les permitieron evolucionar: se encontraban a orillas de ríos caudalosos y navegables, las tierras permitían un buen cultivo y permanecían habitadas desde el paleolítico. Estas zonas eran: Mesopotamia, Egipto, la cuenca del Indo y el valle del Guadalquivir. A las dos primeras, la Historia y los historiadores le han dedicado extensos tratados que no necesitan más refuerzos por nuestra parte. Por la tercera parece ser que ya se están interesando algunos estudiosos. Sobre su origen hay quien opina que su auge fue provocado por la llegada de los indoeuropeos, de ahí el indo en su nombre; esperemos que futuros estudios den como resultado la afloración de la interesante cultura que allí surgió. En cuanto al valle del Guadalquivir siempre ha estado un tanto denostado. La historiografía oficial da por supuesto que todo rastro de civilización tuvo que venir de Oriente, sólo se le reconocen algunos rasgos característicos propios y, además, siempre desde una posición de indígenas dominados a los que venían a engañar con el comercio y que copiaban a sus colonizadores. Así, todo yacimiento importante que se descubre en el sur de la península Ibérica se le intenta endosar, por parte de los historiadores, a algún movimiento colonizador llegado de Oriente. Esto equivale a negar la más mínima originalidad y espíritu creativo a la población autóctona; hasta la fauna y la flora parecen venidas de lugares ajenos, como si esta tierra nunca hubiera producido nada que merezca interés.