No existiría sin ellos
Los prejuicios son difícilmente combatibles, he ahí lo complicado que es luchar contra las mil y una caras de la “leyenda negra española”, muchos de cuyos efectos se siguen percibiendo hoy día. La mayor parte de esos prejuicios, generalmente sin fundamento pero que han logrado gran éxito a la hora de marcar “lo español” a lo largo de los siglos, siguen presentes de una u otra manera y, cómo no, somos nosotros mismos quienes nos empeñamos en perpetuar algunas de esas oscuras e irreales visiones de nuestro pasado. Una de esas caras negativas se encuentra en la creencia general en una España que vivía en medio de un atraso secular sin remedio, un lugar en el que la tecnología era prácticamente inexistente y, en comparación con potencias vecinas, se vivía en condiciones precarias siempre lejos de cualquier adelanto técnico. Nada más lejos de la realidad, pues en nuestro Siglo de Oro, en lo más alto de lo que fue el Imperio español, entre los siglos XVI y XVII, se vieron en nuestras tierras los más avanzados ingenios tecnológicos que el mundo había conocido hasta entonces y que, en muchos casos, no fueron superados hasta mucho tiempo después.