El séptimo arte Gorrión rojo
EN LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS, Francis Lawrence ha dirigido a Jennifer Lawrence –ninguna otra relación entre ellos– en cuatro películas: los tres episodios finales de Los juegos del hambre y esta historia de espionaje ambientada en la interminable guerra fría entre Estados Unidos y la Rusia postsoviética. Lawrence –el director– ha realizado hasta la fecha una carrera en la que alterna trabajos musicales con argumentos que van del fantástico al drama romántico como Constantine, Soy leyenda y Agua para elefantes.
No solo ha formado este tándem artístico con Jen- nifer Lawrence, sino que en este segmento actual de su producción ha contado invariablemente con dos magníficos colaboradores: el compositor James Newton Howard y el director de fotografía Jo Willems; ambos desarrollan en Gorrión rojo un trabajo excepcional, que contribuye a la calidad de la obra, un thriller canónico de espionaje protagonizado por una joven y brillantísima bailarina del Bolshoi, Dominika Egorova que, en la plenitud de su carrera, sufre un accidente que la aparta definitivamente de la danza, su mayor pasión en la vida.
SOLDADOS-AUTÓMATAS Dominika vive bien, con los privilegios que el estado ruso concede a sus grandes estrellas. Tiene un buen apartamento y su madre, gravemente enferma, recibe la atención médica y social necesaria. Pero todo está a punto de irse al traste: si no puede seguir bailando, perderá cuanto tiene. Y ahí aparece su tío Vanya para ofrecerle una solución. Lo que debe hacer Dominika es tan inmoral que la muchacha duda y está a punto de negarse; pero la posibilidad de mantener el confort y los cuidados de su madre la hacen aceptar. La misión culmina con un horror que ni ella misma imaginaba; y lo peor es que la mete de lleno en una espiral gobernada por los servicios secretos y que la llevará a pasar un período de aprendizaje en la terrible escuela de jóvenes espías denominados “gorriones”, una especie de soldados-autómatas para los que la ambición y el sexo son las armas principales.
Una vez terminada su formación, Dominika recibe las primeras órdenes como espía cualificada: seguir y seducir a Nate Nash, un agente de la CIA que opera en Rusia. El verdadero objetivo no es este, naturalmente, sino llegar
La actriz está en la plenitud de su carrera y puede permitirse el lujo de seleccionar sus papeles y cómo hacerlos
a través de él a descubrir la identidad de “Mármol”, un espía encubierto que lleva largo tiempo infiltrado en los altos mandos del espionaje ruso. Con toda facilidad, Dominika traba conocimiento con Nate; y aquí comienza el verdadero nudo de la acción, en la que se entrecruzan personajes y escenarios diferentes que van elevando el grado de complicación, y también de peligro, de la arriesgada misión.
Y hay que seguir muy atentamente el relato, porque el guion de Justin Haythe y Jason Matthews, inspirado en la novela de este último, alcanza por momentos una complejidad importante. No hay que olvidar que el mismo Matthews fue, durante más de treinta años, un importante miembro de la CIA, agente secreto, responsable de reclutamiento y experto antiterrorista; lo sabe todo acerca de las operaciones que los espías internacionales han desarrollado en las guerras secretas entre americanos y soviéticos, primero, y rusos después. Este es el ambiente que explicita la película, con momentos de gran dureza, tanto por su violencia como por la exposición física a la que se ve sometida la protagonista. De hecho, no puede obviarse que los desnudos de Jennifer Lawrence han sido parte –significativa, pero sobre todo publicitaria– del interés alcanzado por la película. La actriz, con solo 27 años, está en la plenitud de su carrera: es una de las componentes mejor pagadas del actual “star system” y puede permitirse el lujo de seleccionar sus papeles y cómo hacerlos. Ella es, naturalmente, la baza principal de Gorrión rojo, muy bien secundada por Edgerton y Schoenaerts y acompañada por grandes de la pantalla como Charlotte Rampling y Jeremy Irons. Todos envueltos en el clima de suspense, cercano a veces al terror, que Lawrence –el director– y sus colaboradores han sabido imprimir a la historia.