Vacío a LAS VÍCTIMAS
La guerra de ETA llevó a que se viviera en el País Vasco una situación
dramática, en la que los miembros de los cuerpos de seguridad y sus familiares vivían aislados, en pésimas condiciones, sintiendo un vacío tremendo en la sociedad vasca. La tensión era tal que se produjeron suicidios de guardias civiles por las condiciones extremas de vida, acciones que siempre se taparon.
Pero es que los que vivieron aquella época recuerdan cómo muchos familiares de las víctimas de atentados vivían situaciones tan extremas como que algunos sacerdotes se negaran a celebrar el funeral de sus seres queridos y que discretamente tuvieron que sacar el féretro para enterrarlo en algún lugar de España, fuera del País Vasco.
Es ta sit uación de aislamiento e incomprensión dejó de vivirse cuando el pueblo t uvo la valentía de reaccionar frente a los terroris tas. El ejemplo claro fue el llamado “espírit u de Ermua”. El 10 de julio de 1997, el concejal del Partido Popular Miguel Ángel Blanco fue secues trado y dos días después el comando le asesinó. Fue tal la ra bia que despertó que por primera vez los contrarios a la banda tomaron las calles en contra de los terroris tas. Fue el inicio de la victoria contra la banda, a lo que se sumaron las medidas judiciales impulsadas por el gobiern o que llevaron a la ilegalización de Batasuna, su brazo político, en 2003.