Top Spain El coronel Ignotus
EL CORONEL IGNOTUS, PIONERO DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA, Y DEL GÉNERO DE LA SPACE OPERA EN CONCRETO, FUE UN GEÓGRAFO E INVENTOR DE INTACHABLE TRAYECTORIA PROFESIONAL. SU AUTÉNTICO NOMBRE ERA JOSÉ DE ELOLA Y GUTIÉRREZ. NACIDO EN ALCALÁ DE HENARES EN 1859 Y FALLECIDO EN 1933, FUE UN HOMBRE POLIFACÉTICO QUE EXPLORÓ LOS CAMPOS DE LA GEOGRAFÍA, LA TOPOGRAFÍA Y LA CARTOGRAFÍA. FUE MILITAR, INVENTOR Y, DE PASO, ALUMBRÓ OBRAS DE TEATRO Y DIO VIDA A ALGUNAS DE LAS OBRAS SEMINALES DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA.
Émentes rase una vez un tiempo en el que la palabra "progreso" hacía que se desataran las más descabelladas
imaginativas. Casi todo estaba por hacer y el universo parecía completamente conquistable. Para una humanidad que se encontraba en plena fiebre industrializadora, pero todavía con un pie sobre las tierras de las antiguas sociedades agrarias, el soñar con héroes capaces de poder volar o incluso viajar a lejanos planetas, o al fondo del mar, se convertía en alimento de sus propios anhelos por mejorar la vida cotidiana. Hoy, cuando vivimos en lo que por aquel entonces llamaban "El Futuro", con mayúsculas, estamos saturados de utopías, ucronías, antiutopías y aventuras robóticas y espaciales. Es más, a nadie le llaman la atención ya todos estos temas pero, para nuestros abuelos y sus padres, supusieron toda una válvula de escape en medio de una vida mucho más dura de lo que recordamos.
La fantasía científica, los romances científicos, aquellas obras que, a modo de semilla, dieron vida a las historias de anticipación que terminaron por conformar la ciencia ficción como género, se alimentaron de genios por todos conocidos. El inmortal Julio Verne compartía espacios con las más osadas obras de divulgación de Flammarion, mientras otros soñaban con terribles peligros marcianos de la mano de H. G. Wells o imaginaban princesas marcianas leyendo alguna de las revistas editadas por Hugo Gernsback.
EL NACIMIENTO DE LOS GÉNEROS
Ya desde los primeros años del siglo XX el género de la ciencia ficción, aunque no era conocido como tal, fue mostrando su división (muchas veces artificiosa y poco clara) en varias corrientes que se han ido manteniendo
JULIO VERNE COMPARTÍA ESPACIO CON LAS OBRAS DE DIVULGACIÓN DE FLAMMARION, MIENTRAS H.G. WELLS SOÑABA CON TERRIBLES PELIGROS MARCIANOS...
con el paso de las décadas. Por un lado, se encontraban las narraciones más próximas al género fantástico y, por otro, ese tipo de historias con elementos tecnológicos o divagaciones sociopolíticas más o menos fundadas en teorías científicas que terminaron por dar forma a la ciencia ficción "dura". En medio de todo ello, cómo no, se sumaba el componente espectacular a las elucubraciones científicas en eso que ha sido conocido como space opera, aventuras clásicas que tienen lugar en el espacio y que terminaron por evolucionar en franquicias de impresionante poder como Star Trek o Star Wars.
Bien, vivimos en una época en la que la televisión y el cine, las plataformas de vídeo en streaming y, en realidad, prácticamente cualquier oferta de entretenimiento contienen algún que otro elemento relacionado con la ciencia ficción, mayormente en forma de space opera. Pero, si miramos a la España de principios del siglo XX, cabe imaginar que
de eso, por aquí, no habría nada de nada. Eso era cosa de algunos "locos" estadounidenses, británicos, franceses y poco más. Sin embargo, el panorama era muy diferente. En la España de la primera mitad del pasado siglo aparecieron algunos autores dignos de ser considerados en el gran marco de la historia de la ciencia ficción y, sobre todo, uno de ellos brilló con luz propia tanto por su inventiva como por la calidad de las ideas que plasmaba. No hay duda que puede ser considerado como uno de los precursores de la space opera y sus historias no desentonarían ni lo más mínimo desarrolladas y adaptadas como episodios de alguna serie de televisión actual. Además, puede que su estilo no fuera muy "literario", pero la ciencia ficción siempre ha sido una literatura de ideas, no de artificios, y en eso nuestro personaje fue todo un precursor, porque su sólida formación científica le hacía otear sobre los horizontes del futuro con bastante acierto.
GEÓGRAFO E INVENTOR
Recientemente, en una librería de viejo en Gijón, me abalancé literalmente sobre una estantería en la que aparecía un ejemplar de Modernas brujerías de las ciencias, obra del Coronal Ignotus que vio la luz en 1921. Y no es para menos, porque para cualquier apasionado de la divulgación científica, ciertas obras José de Elola, su verdadero nombre, son joyas sin igual, como si de un Flammarion español se tratara. El Coronel Ignotus no sólo escribía narraciones fantásticas con componentes científicos, sino que publicó obras de divulgación, con gran calidad pero siempre amenas, como la ya mencionada.
En su faceta como inventor, Elola nunca dejó de lado su pasión por lo que era su oficio, lo que le daba de comer: su trabajo como militar especializado en topografía y geografía, además de docente en estos campos. Un vistazo a sus patentes de invención nos mostrará esa pasión sin ninguna duda. En 1899 patentó un procedimiento para impermeabilizar terrenos con el fin de recoger aguas pluviales en los campos y, de paso, potabilizarlas para abastecer poblaciones. Entre 1907 y 1911 consiguió diversas patentes sobre aparatos topográficos, como su conocida como "brújula taquímetro auto-reductora" Toda esta acción inventiva nacía de su trabajo como militar y geógrafo. Llegó a ser general del Estado Mayor del Ejército (siendo anteriormente coronel) y, muy posiblemente, de ahí nace su "broma" en forma de seudónimo. Había participado en la guerra con los Estados Unidos de 1898 y, posteriormente, se dedicó a la docencia de la topografía, matemáticas y geometría en varias instituciones militares. Era tan estimada su labor como teórico de la topografía que algunos de sus manuales y tratados sobre dicha ciencia se
EN SU FACETA COMO INVENTOR, NUNCA DEJÓ DE LADO SU PASIÓN POR LO QUE ERA SU OFICIO: SU TRABAJO COMO MILITAR ESPECIALIZADO EN TOPOGRAFÍA Y GEOGRAFÍA
utilizaron como base para cursos de ingeniería durante años.
VIAJES PLANETARIOS
Durante mucho tiempo el militar con sueños fantásticos iba publicando obras de teatro por entregas y algunas comedias. Sin embargo, fue en la naciente ciencia ficción donde comenzó a encontrarse a gusto y, lo que comenzó como un simple ejercicio de imaginación, terminó por convertirse, a lo largo de la década de los años veinte, en la imponente Biblioteca Novelesco-Científica del Coronel Ignotus con 17 títulos en su haber. Toda una proeza para la que fue la primera colección monográfica de ciencia ficción de la Historia de España. Las novelas del Coronel Ignotus están repletas de aventuras asombrosas pero siempre atemperadas con infinidad de datos de divulgación científica y tecnológica. Como he comentado, literariamente no son una joya, pero son toda una mina de informa- ción acerca del estado de la ciencia y de lo que se soñaba que iba a ser el futuro de la tecnología. Verdaderas delicias que nos muestran un mundo, allá por el siglo XXII, en el que mujeres ingeniero diseñan naves epaciales, y las pilotan, viajando por el Sistema Solar (por cierto, de tiempos de la guerra con los Estados Unidos, le venía a Elola cierta manía por los norteamericanos y británicos, convertidos en los "malos" de sus narraciones bajo la forma de cierto imperio futuro).
Los viajes planetarios del siglo XXII de Elola, nos muestran mundos-océano como Venus (lástima que hoy sepamos que en realidad es un infierno ardiente poco acogedor), historias de amor espacial, tecnologías de comunicación increíbles que recuerdan lejanamente a nuestros actuales teléfonos móviles Las diversas sagas espaciales del Coronel Ignotus descubrían a los lectores españoles un universo nunca antes descrito, y nada tenían que envidiar a muchas narraciones de fantasía científica que se publicaban en los Estados Unidos (hay que decir que Elola, a pesar de sus fobias, conocía muy bien la cultura anglosajona y se movía como pez en el agua entre las publicaciones en inglés). Ciertos elementos de las principales narraciones de Elola llaman mucho la atención. Entre ellas, la presencia de mujeres como protagonistas, como en el caso de la capitana María Josefa Mureba, auténtica heroína que tenía su contrapartida en una espía norteamericana. Los personajes femeninos fuertes, algo inusual en la época, se unían a descripciones de gran extensión acerca de todo tipo de conceptos científicos, creándose extrañas narraciones que dejaron asombrados a los lectores, tanto por la arriesgada propuesta en sus narraciones de viajes a Venus (parece que era el planeta en el que fijó sus ojos, al contrario que el concurrido Marte tan de moda por entonces), como por la asombrosa erudición de la que hacía gala a lo largo de sus textos.
LOS PERSONAJES FEMENINOS FUERTES SE UNÍAN A DESCRIPCIONES DE GRAN EXTENSIÓN ACERCA DE TODO TIPO DE CONCEPTOS CIENTÍFICOS