Historia de Iberia Vieja

La bandera Juana de Arco

LA GUERRA CIVIL TUVO MUCHO DE CONTIENDA INTERNACIO­NAL. DIVERSOS GRUPOS Y LEGIONES VINIERON DE DIVERSAS PARTES DEL MUNDO PARA PONERSE DE UN LADO U OTRO. UNO DE LOS GRUPOS MÁS HISTRIÓNIC­OS FUE ESTA LEGIÓN FRANCESA, QUE UNIÓ TRADICIÓN E HISTORIA PENSANDO QUE

- ERNEST YASSINE BENDRISS

Entre los numerosos episodios singulares ocurridos en el transcurso de la guerra civil española cabe destacar, sin duda, la estrambóti­ca “cruzada” de la Bandera Juana de Arco (la Bandera Jeanne d'Arc), un destacamen­to de combatient­es franceses (aunque hubo también belgas y suizos entre sus filas), cuya génesis en 1937 se debió a la iniciativa del general Paul-Louis-Alexandre Lavigne-Delville, un héroe de la Primera Guerra Mundial que se implicó de lleno en la contienda del lado de los sublevados del general Franco. La Bandera Juana de Arco estaba esencialme­nte constituid­a por voluntario­s que acudían de Francia y de sus colonias en África del norte, todos vinculados a múltiples organizaci­ones y partidos de la extrema derecha francesa. Sin embargo, hubo muchas diferencia­s entre estas facciones ideológica­s en el seno de la Bandera Juana de Arco, que mermaron considerab­lemente su homogeneid­ad y su eficacia a lo largo de su breve historia, salpicada de traiciones internas y de tribulacio­nes de toda índole.

La Bandera Juana de Arco se constituyó en mayo de 1937. Se llamó en un primer momento la falange Juana de Arco y se puso el mando del capitán Henri Bonneville de Marsangy, distinguid­o oficial de caballería durante la Primera Guerra Mundial y correspons­al del periódico de la Action Française. Sus aproximada­mente 500 soldados –la cifra varia considerab­lemente según los historiado­res– fueron integrados al Tercio (legión española). Su emblema era la bandera tricolor francesa con una flor de lis. Pero enseguida aquel batallón cayó muy mal a los mandos del ejército franquista,

que no escondían su hostilidad hacia estos prepotente­s “franchutes” indiscipli­nados que pretendían inmiscuirs­e en “su guerra”.

Existía en efecto el sentimient­o francófobo de los oficiales del bando nacional y al mismísimo “Generalísi­mo” se le antojaban bastante molestos esos “galos”, a los que no había dado vela en ese entierro. Inclusive, los “rusos blancos” que acudieron en su mayoría de París para incrementa­r los efectivos de la Bandera Juana de Arco, eso sí a petición de los jefazos del Tercio,

SUS APROXIMADA­MENTE 500 SOLDADOS FUERON INTEGRADOS EN EL TERCIO. SU EMBLEMA ERA LA BANDERA TRICOLOR FRANCESA CON UNA FLOR DE LIS, PERO ENSEGUIDA AQUEL BATALLÓN CAYÓ MUY MAL A LOS MANDOS DEL EJÉRCITO FRANQUISTA

tampoco quisieron estar bajo el mando de esos franceses, a los que acusaron ante las autoridade­s franquista­s de ser nada menos que…¡agentes de Stalin!

No obstante, el capitán Marsangy, que por otra parte ya había luchado con los sublevados en 1936 –junto a otros miles de voluntario­s franceses– bajo las órdenes del teniente-coronel Heli Rolando de Tella-Cantos en los combates de Mérida, Badajoz, Talavera y que había participad­o activament­e a la conquista del Alcázar de Toledo, logró imponerse a pesar de todo y de todos…, por un tiempo al menos.

"JUANA DE ARCO AL ASALTO DE LAS HORDAS COMUNISTAS"

El redescubri­miento y la posterior recuperaci­ón de la figura histórica de Juana de Arco se debe, como bien se sabe, al historiado­r Michelet a raíz de una biografía suya de 1853 (si bien en 1841, en su tomo V de la Historia de Francia, la mencionaba por primera vez). Hacia finales del siglo XIX, bajo la Tercera República, Juana de Arco, reconverti­da en mito nacional, fue objeto de luchas políticas encarnizad­as entre republican­os y antirrepub­licanos, que quisieron apoderarse de su mito para ensalzar así el pasado glorioso de Francia. Dichos debates y postulados ideológico­s prosiguier­on a lo largo del siglo XX, donde las corrientes de la extrema derecha y el régimen de Vichy acabaron por apoderarse exclusivam­ente del mito patriótico y nacionalis­ta de la doncella de Orléans, que hoy en día el Frente Nacional de los Le Pen sigue capitaliza­ndo ideológica­mente. Los componente­s de la Bandera Juana de Arco considerab­an su lucha contra “las hordas comunistas y bolcheviqu­es en España” de un modo semejante a la lucha que Juana de Arco había llevado antaño contra los ingleses en el siglo XV...

Empapado del espíritu de la “cruzada contra los rojos”, el capitán Henri Bonneville de Marsangy caía el 10 de febrero de 1937 mientras encabezaba un asalto en la localidad asturiana de Llanes. Le sería otorgada una medalla militar a título póstumo por parte de las autoridade­s franquista­s y su esposa e hijos pudieron llevarse su cuerpo a Francia. No obstante, según el extraño testimonio de George Penaud, otro voluntario francés que se había alistado en la Bandera Juana de Arco y que pasó muchas calamidade­s en España, el capitán habría sido asesinado por los franquista­s descontent­os con su proceder.

Fue sustituido por el mayor Victor Monnier, quien recibió al poco tiempo la orden de desplazar la Bandera Juana de Arco hacia Madrid para combatir en la batalla del

EL REDESCUBRI­MIENTO Y LA POSTERIOR RECUPERACI­ÓN DE LA FIGURA DE JUANA DE ARCO SE DEBEN AL HISTORIADO­R MICHELET, QUE PUBLICÓ UNA BIOGRAFÍA SOBRE ELLA EN 1853

Jarama, donde, curiosamen­te, se enfrentó a otros franceses, los de las Brigadas Internacio­nales…

Sin embargo, a partir de julio de 1937 Franco se propuso mandar a casa a los franceses de su ejército en conformida­d a las prerrogati­vas del Comité de No intervenci­ón. Al final, los envió a Zaragoza, en condicione­s materiales pésimas, a ver si de ese modo conseguía que volvieran a cruzar al otro lado de los Pirineos.

UN FINAL PATÉTICO

Tras la Batalla de Teruel, la cúpula del Tercio solicitó a Franco, en base a dudosas acusacione­s, la disolución de la Bandera Juana de Arco por impericia en el campo de batalla. A su vez, pidió integrar a sus componente­s en otras unidades. Era el pretexto perfecto para acabar de una vez por todas con esa tropa no querida por nadie. Se acusó a Jean Courcier, herido en la batalla, de graves negligenci­as en el frente, pero dichas acusacione­s se debían a los agentes secretos de la Acción Francesa, en un intento de apartarlo del mando con el propósito de tomar las riendas ideológica­s de la Bandera Juana de Arco…

Se sabe que Courcier pertenecía al Partido Social Francés y que tenía relaciones conflictiv­as con los miembros de la Acción

TRAS LA BATALLA DE TERUEL, LA CÚPULA DEL TERCIO SOLICITÓ A FRANCO, EN BASE A DUDOSAS ACUSACIONE­S, LA DISOLUCIÓN DE LA BANDERA JUANA DE ARCO POR IMPERICIA EN EL CAMPO DE BATALLA

Francesa. Como si no tuviera suficiente­s problemas, fue también demandado por un tal Guillemet –un adinerado emprendedo­r francés que poseía minas de nitrato en Chile y que apoyaba con fervor la causa de los sublevados– de haberse quedado con una importante suma de dinero que le había prestado. Guillemet no era un desconocid­o de los oficiales de la Bandera Juana de Arco. En Salamanca había costeado las salidas nocturnas del capitán Marsangy en los prostíbulo­s del casco antiguo…

Ni corto ni perezoso, Courcier, tras inventarse un pretexto, hizo encarcelar a Guillemet en la cárcel y luego se fugó a Zaragoza con la amante de aquel en una aventura rocamboles­ca. Era demasiado para Yagüe, que el 13 de abril de 1938 decretó la disolución de la Bandera Juana de Arco. Pero, dos días después, Franco anuló la orden de Yagüe y restableci­ó el batallón francés. Una investigac­ión posterior, llevada por el Servicio de Informació­n y Policía Militar (SIPM) franquista, concluyó que el comportami­ento del capitán Jean Courcier había sido a todas luces irreprocha­ble y le fue restituido su honor de militar. No obstante, los dirigentes de la Acción Francesa se mantuviero­n en sus trece y no cejaron en su empeño en derivar a Courcier, que se negaba a plegarse a sus exigencias. Entre otras cosas pedían a gritos el regreso de los voluntario­s de la Acción Francesa a Francia y presionaro­n a Franco en este sentido.

Luego se supo que una ingente cantidad de dinero procedente de industrial­es franceses había sido desviada por mediación de la Acción Francesa. La guerra sucia entre los partidos de la extrema derecha francesa seguía sin cuartel.

Con tantos quebradero­s de cabeza, el general Yagüe optó finalmente por incorporar los voluntario­s franceses a la Bandera de la Legión para seguir combatiend­o en Cataluña. Sin embargo, el 19 de mayo de 1939, durante el desfile de la victoria de Madrid, ya nadie recordaba a estos “ilusos” de la Bandera de Juana de Arco que habían luchado y muerto por Franco. Ni falta que hacía.

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 ??  ?? A la derecha, un grupo de soldados republican­os del Quinto Regimiento marchando en Madrid. No deja de ser curioso que los miembros de la Bandera Juana de Arco se enfrentara­n en la batalla del Jarama a sus compatriot­as de las Brigadas Internacio­nales. Abajo a la derecha, la heroína gala, reivindica­da por unos y por otros.
A la derecha, un grupo de soldados republican­os del Quinto Regimiento marchando en Madrid. No deja de ser curioso que los miembros de la Bandera Juana de Arco se enfrentara­n en la batalla del Jarama a sus compatriot­as de las Brigadas Internacio­nales. Abajo a la derecha, la heroína gala, reivindica­da por unos y por otros.
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 ??  ?? Abajo, un proyectil lanzado sobre Valencia por la aviación franquista. A la derecha, el Alcázar de Toledo, en ruinas, tras el asedio de las fuerzas republican­as, que se prolongó durante dos meses.
Abajo, un proyectil lanzado sobre Valencia por la aviación franquista. A la derecha, el Alcázar de Toledo, en ruinas, tras el asedio de las fuerzas republican­as, que se prolongó durante dos meses.
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