El séptimo arte El escándalo Ted Kennedy
La última película de John Curran acierta, en primera instancia, a señalar cuál era el suceso que mantenía alerta a todo el país y, en realidad, a todo el mundo. El Apolo XI se acercaba a la luna y delante de las radios y las televisiones permanecían millones de personas siguiendo minuto a minuto el acontecimiento. Eso también sucedía en un hotel de la isla de Chappaquiddick, donde se celebraba una fiesta organizada por un grupo de voluntarias que habían trabajado en la campaña de Bob Kennedy, a la que asiste Ted con alguno de sus colaboradores. Cerca de la medianoche, el senador se marcha en compañía de Mary Jo Kopechne, secretaria personal de Bob. Minutos después, el coche toma mal la curva del puente y cae al lago Poucha. Ted consigue salir a la superficie pero no es capaz de rescatar a Mary Jo y escapa a todo correr del lugar del siniestro.
TEMOR Y TEMBLOR
El relato sigue ahora fielmente las andanzas de Kennedy. Alerta a sus colaboradores y les pide consejo, solo para hacer lo contrario de lo que le dicen: no avisa a la policía y pasa la noche en su hotel. Y a la mañana siguiente, el accidente es descubierto y se extrae el coche del agua, con el cadáver de Mari Jo en su interior. La conmoción es enorme, la sociedad
americana no sale de su estupor y tras el dolor por la pérdida de la joven secretaria, todo el mundo se interroga acerca del futuro político –y también judicial– del último de los Kennedy. El disgusto de Joe Sr., el anciano patriarca –ya muy disminuido físicamente– es indescriptible, pero aún acierta a poner en marcha la maquinaria legal necesaria para sacar a su hijo del enorme problema. El personaje aparece tan solo dos o tres veces, la mayoría de refilón, pero queda patente su determinación y su poder de jefe de clan indiscutible e indiscutido.
Las películas “históricas” y sobre todo las que se basan en hechos conocidos, carecen, naturalmente, de suspense. Una vez que se advierte por dónde va a ir la narración, el interés mayor recae en los aspectos formales. En este sentido, El escándalo Ted Kennedy pasa con nota el examen. La ambientación es escrupulosa, brillante –contrapone con sus imágenes estilizadas lo sórdido del tema– y también veraz, sin huir de algunos momentos de supuesto documental; los intérpretes han asumido a la perfección sus roles, con un Jason Clarke que da la talla en todo momento sin dejar decaer el personaje, pese a que está en pantalla en el 90% del metraje. Y los hechos están narrados con buen ritmo –a excepción de algún flashback ciertamente confuso– y la película en ningún momento se hace larga.
EL JUICIO DEL ESPECTADOR
El escándalo Ted Kennedy/Chappaquiddick es un episodio más de la supuesta “maldición” que arrastra la familia, con una nómina escalofriante de accidentes de todo tipo, que han truncado más de una carrera. Si, por el contrario, el más joven de los cuatro hijos de Joe Kennedy consiguió salir indemne del suyo –o no–, habrá quedado en su propia conciencia. Y ahora, gracias a John Curran y sus guionistas, en la mirada y el juicio del espectador.