¿Sabías que...
La ajetreada biografía de Ana de Mendoza de la Cerda –se casó a los 12 años y enviudó muy joven, se enfrentó a santa Teresa de Jesús, se rumoreaba que fue amante de Felipe II, quien la encerró en una torre, y tuvo relaciones probadas con su secretario personal Antonio Pérez– captó la atención de Hollywood. Así, en 1955 Terence Young dirigió La princesa de Éboli (That Lady), protagonizada por Olivia De Havilland como la princesa, Gilbert Roland como Antonio Pérez y Paul Scofield como Felipe II. La mayor parte de la película se rodó en Segovia. Las primeras opciones del director para el papel protagonista fueron Greta Garbo, que se negó a abandonar su retiro, y Vivien Leigh, que no pudo por problemas de salud.
FRANCISCO DE ASÍS ESTUVO EN ESPAÑA? Uno o dos años según las fuentes después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), san Francisco de Asís visitó nuestro país. Entró en España por Barcelona procedente de Génova, con la intención de cruzar la Península hasta Marruecos para predicar allí el cristianismo, mas no pudo cumplir su sueño, pues, en Huete (Cuenca), fue perseguido por los judíos y se refugió en San Miguel del Monte (Alcocer, Guadalajara), donde cayó enfermo y tuvo que volver a Italia. El monasterio de San Miguel del Monte floreció hasta la desamortización a mediados del siglo XIX. Antes, el santo pudo culminar al menos la peregrinación a Santiago de Compostela, siguiendo el camino jacobeo, y se dice que pasó por Madrid, en el lugar donde hoy se levanta la basílica de San Francisco el
Grande.
KRUSCHOV INTERCEDIÓ ANTE FRANCO POR UN PRESO COMUNISTA? Con el fin de la Guerra Civil, concluyeron las relaciones diplomáticas entre España y la URSS. El clima no podía estar más enrarecido: el 1 de octubre de 1960, Kruschov lanzó una encendida soflama contra el régimen de Franco en las Naciones Unidas y, poco antes, Franco prohibió un partido de fútbol entre las selecciones española y soviética. En abril de 1963 el líder comunista dirigió una carta a Franco. Como tantos líderes europeos, quería evitar la ejecución de Julián Grimau, un preso que había luchado en la Guerra Civil en el bando republicano y al que tras un juicio repleto de irregularidades acusaron de “rebelión militar continuada”. Grimau fue fusilado en el barrio madrileño de Carabanchel el 20 de abril de 1963. Fue el último condenado a muerte por delitos relacionados con la Guerra Civil.