SIGLO XIX: LA MÁQUINA ANALÍTICA
La “máquina analítica” de Babbage, junto con otras de sus propuestas, suponía un salto adelante: era un ordenador programable. Estábamos en pleno siglo XIX.Y, claro está, un artilugio como aquel necesitaba alguien que lo programara. Aparece en escena la primera persona en programar un ordenador de la historia humana: Ada Lovelace, la apasionada hija de Lord Byron y de la matemática Anna Isabella Noel Byron. Ada, también matemática, supo de los intentos de Babbage para dar vida a un ordenador mecánico y puso su empeño en trabajar con él para que llegara a buen fin. Ada no sólo escribió el primer algoritmo capaz de ser procesado en una máquina, sino que plasmó su parecer sobre las capacidades futuras de esta tecnología y supo ver que, en el futuro, los ordenadores no sólo serían capaces de realizar ciertos cálculos, sino que, mediante programación, podrían tener muchas otras capacidades.
Los cimientos estaban colocados: se había demostrado que las máquinas no sólo podían servir para realizar cálculos, sino que se podían programar para automatizar tareas. Pero claro, los ingenios mecánicos eran demasiado complejos y costosos como para ser integrados y operados de forma óptima. Mientras se presentaba una nueva oportunidad, los avances matemáticos iban cimentando lo que en el futuro iban a ser las ciencias de la computación (la informática), con aportaciones geniales como la base de la aritmética computacional ideada por George Boole en 1848. El álgebra de Boole sentó las bases del futuro, un porvenir que tenía como base la electricidad.