El tercer jinete: LA GUERRA
La guerra en el Medievo (como en todo momento de la
› historia) no solo destruía vidas y todo tipo de bienes sino que contribuía a alimentar esas otras dos bestias apocalípticas que eran las enfermedades epidémicas y el hambre. Valga constatar dos ejemplos. La difusión de la Peste Negra en la Europa de mediados del siglo XIV tuvo su origen en una acción bélica que constituye un primer episodio de guerra bacteriológica. Se desarrolló durante el cerco de la colonia genovesa de Caffa en Crimea por un ejército tártaro que arrojó contra los sitiados cuerpos de personas muertas a causa de la peste. La plaza no se rindió, pero sus vecinos, ya contaminados, extenderían en sus viajes hacia el Occidente el mal que habían incubado con los efectos ya reseñados. Años después, una conjunción de las tres calamidades se dará en el cerco que pusieron las tropas de Juan I de Castilla a Lisboa en 1384. (Fue un episodio de la guerra de sucesión portuguesa acaecida a la muerte de Fernando I, último monarca de la dinastía de Borgoña). Si a los sitiados les acosaba el hambre, a los sitiadores lo hacía la peste, que se cobró un elevado número de víctimas. Al final el hambre –los lisboetas consiguieron ser reabastecidos por mar– se sobrepuso a la peste y las fuerzas castellanas se vieron obligadas a regresar a sus bases de partida dejando en su camino un trágico reguero de muertos.