EN VÍAS de descomposición
■ A pesar de ser una escritora de reconocido prestigio, Atwood no había conseguido el éxito popular hasta la adaptación televisiva de La hija de la criada, novela que publicó en 1985 y que se ha convertido, por encima incluso de las pretensiones de la autora, en uno de los contemporáneos buques insignias del feminismo.
Los testamentos es una secuela de La hija de la criada. Transcurre quince años después y todo gira en torno a la actividad que desarrollan las Tías, que ocupan un lugar privilegiado en la estructura social y política de Gilead, pues son las principales educadoras de las mujeres destinadas a ser Esposas. La novela alterna tres historias que, nos enteramos al final de la novela, se han presentado en un Congreso sobre Gilead celebrado muchas décadas después de los acontecimientos, testimonios que han servido para explicar mejor las claves del proceso de degeneración, corrupción y desaparición de Gilead.
Las tres historias avanzan en paralelo y acaban de confluir, tras muchas peripecias, en la Casa Ardua, la sede central de las Tías. Allí se descubren todas las cartas: quiénes son en realidad Agnes y Jade y el papel que está desempeñando Lydia. Gracias a ellas, el fin de Gilead está cerca.
La novela se centra en las vidas de cada una de estas tres mujeres y en sus circunstancias familiares y personales, que determinan su evolución y sus acciones. La autora centra la novela en el proceso de descomposición del régimen, destacando los conocimientos que tiene Tía Lydia y su entrega a destruir lo conseguido por Gilead.