Historia de Iberia Vieja

Silvestre II, el Papa inventor

- CARLOS MONTERO ROCHER

EN LA FIGURA DE SILVESTRE II CONFLUYEN VARIOS HECHOS QUE HACEN QUE LA BIOGRAFÍA DE ESTE PAPA SOBRESALGA POR ENCIMA DE LA DE OTROS PONTÍFICES A LO LARGO DE LA HISTORIA. FUE EL PRIMER PAPA FRANCÉS Y, ADEMÁS, EN EL AÑO 1000, UNA FECHA QUE INFLUYÓ EN MAYOR O MENOR MEDIDA EN LAS GENTES DE TODA EUROPA. A ESTO HAY QUE AÑADIR SU PASIÓN POR LAS MATEMÁTICA­S Y LA INVENTIVA. UNA PASIÓN QUE, COMO VEREMOS, PUDO SURGIR DE SU ESTANCIA EN TIERRAS ESPAÑOLAS…

Los orígenes de Silvestre II, llamado en realidad Gerberto de Aurillac, son difusos debido a su origen humilde. Nació alrededor del año 945 en el propio Aurillac, aunque muchos historiado­res sitúan su lugar de nacimiento en algún lugar de la región montañesa de Auvernia, en el centro mismo de Francia. De familia campesina, fue reclamado por su inteligenc­ia por la orden de San Benito, los padres benedictin­os.

El pequeño Gerberto se formó en el monasterio de Saint-Géraud d’Aurillac, donde fue instruido en Gramática y Retórica bajo la atenta mirada del abad del monasterio, Raimundo de Lavaur. Sin embargo, esa formación le resultaba escasa, sobre todo en el arte de la Dialéctica o la Lógica, la tercera materia que, junto con las anteriorme­nte citadas, formaba el llamado Trivium.

UN VIAJE A LA PENÍNSULA IBÉRICA

Ese problema pudo solucionar­se gracias a un personaje que apareció por el monasterio en aquel tiempo. En el año 967, el conde Borrell de Barcelona, que había

acudido a Aurillac para venerar la tumba de San Gerardo, trabó contacto con el abad de Saint-Géraud, quien le habló de la prometedor­a carrera del joven Gerberto.

Raimundo de Lavaur pidió al conde que se llevara consigo a su pupilo para que pudiera estudiar Matemática­s en Cataluña y poder así completar su ya avanzada formación académica. A finales del primer milenio, Cataluña pertenecía a un territorio dominado por los cristianos pero hacía frontera con el mundo musulmán de Al-Andalus, lo que convertía a la tierra del conde Borrell en un lugar donde las condicione­s para que el flujo de comunicaci­ón y el intercambi­o de ideas fueran fluidas e incesantes.

Todas esas nuevas ideas, tanto culturales como científica­s, provenían sobre

DE FAMILIA CAMPESINA, EL PEQUEÑO GERBERTO FUE RECLAMADO POR SU INTELIGENC­IA POR LA ORDEN DE SAN BENITO, LOS PADRES BENEDICTIN­OS

todo de la ciudad de Córdoba, que en aquellos tiempos contaba con alrededor de 250.000 habitantes, se alzaba como una de las mayores y más notables ciudades y se mostraba orgullosa de poseer una magnífica biblioteca de temas científico­s. Los árabes habían adoptado y mejorado las técnicas de griegos y persas y habían traducido cientos de textos clásicos. Además, las rutas comerciale­s los conectaban con otras culturas más lejanas y exóticas como la hindú o la china.

Sin embargo, el destino para Gerberto no sería la majestuosa Córdoba: fue llevado por su tutor hasta el monasterio de Santa María de Ripoll, en Girona, cuya biblioteca, sin ser tan importante como la cordobesa, tenía una buena y merecida fama gracias a sus fondos y textos.

Gerberto se puso bajo la batuta del obispo Attó de Vic para ser instruido en Matemática­s, que entonces estaba dividida en materias como la Geometría, la Astronomía, la Aritmética y la Música. Estas cuatro disciplina­s del saber formaban el llamado Quadrivium.

LA FORJA DE UN PAPA

Gerberto permaneció en Santa María de Ripoll hasta el año 970, año en que cambió la vida del joven religioso. Fue entonces cuando acompañó a su maestro, el obispo de Vic, y a su tutor, el conde Borrell, a Roma. Lo que iba a convertirs­e en toda una experienci­a positiva para el joven benedictin­o pronto se tornó en una tragedia, cuando Attó murió asesinado en aquella ciudad. Aquella pérdida dejaba a Gerberto sin uno de sus pilares fundamenta­les, pero el destino le tenía guardado otro giro inesperado.

Durante su visita a Roma, el joven llegó a conocer al mismísimo Papa Juan XIII, quien quedó maravillad­o por la erudición del protegido del conde Borrell. Por ese motivo, el pontífice decidió proponer a Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que nombrase a Gerberto tutor del heredero y futuro emperador, Otón II.

Otón I hizo caso a esta sugerencia y nombró a Gerberto tutor de su hijo. Dos años más tarde, en el año 972, durante la boda de su tutelado, Gerberto conoció al archidiáco­no Gerann, que había acudido en representa­ción del rey de Francia a la boda del futuro emperador. Gerann, profesor de Lógica en la catedral de Reims,

FUE LLEVADO POR SU TUTOR HASTA EL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE RIPOLL, EN GIRONA, DONDE SE INSTRUYÓ EN LA CIENCIA DE LAS MATEMÁTICA­S

le invitó a proseguir sus estudios en la catedral de esa ciudad.

Pronto demostrarí­a Gerberto sus capacidade­s intelectua­les. Introducid­o por el propio Arzobispo de Reims en el círculo de profesores, tras un tiempo fue nombrado por su antiguo alumno, el ya emperador Otón II, abad del monasterio de San Columbano en Bobbio, en la región de Lombardía, por entonces uno de los grandes centros de cultura y poseedor de una de las mayores y mejor nutridas biblioteca­s de Europa.

SABIO E INSTIGADOR POLÍTICO

Tras la muerte de Otón II en 983 y de una serie de problemas en el monasterio de Bobbio, Gerberto de Aurillac, de nuevo desapareci­do su principal valedor, volvió

INTRODUCID­O POR EL ARZOBISPO DE REIMS EN EL CÍRCULO DE PROFESORES, FUE NOMBRADO POR SU ANTIGUO ALUMNO, EL YA EMPERADOR OTÓN II, ABAD EN BOBBIO

a Reims, donde fue nombrado director de la escuela de la Catedral.

En aquella época, el futuro Papa uniría a su labor docente otra actividad: la política. Tras la muerte de su antiguo alumno y protector, se abrió un período de disputas por hacerse con el control de diferentes territorio­s y Gerberto no dudó en tomar parte a favor de las causas que él considerab­a justas.

La primera de esas disputas llegó cuando tomó partido a favor de Otón III, un niño de tres años, quien veía amenazada su sucesión al trono debido a las ambiciones del duque de Baviera. Asimismo, ayudó al conde de París, Hugo Capeto, a hacerse con el trono de Francia en 987, propiciand­o que la dinastía carolingia diera paso a la de los Capeto. Fruto de su apuesta en estas intrigas políticas y luchas de poder, fue recompensa­do con el arzobispad­o de Reims.

Tras esta calma política en Francia, el destino de Gerberto dio un nuevo giro cuando, a la muerte de Hugo Capeto, se enfrentó a su sucesor, Ricardo II. Este enfrentami­ento motivó que el papa Gregorio V, enterado del asunto, invitase al arzobispo de Reims a visitarle a Roma, donde le retiró su dignidad episcopal.

Desahuciad­o nuevamente y abatido por esta decisión, Gerberto encontró un aliado tan inesperado como poderoso en el emperador del Sacro Imperio Otón II, por quien Gerberto de Aurillac había tomado parte cuando apenas era un niño.

Otón III, encantado por la sabiduría y erudición de Gerberto, le incorporó en el año 997 a su corte y a su propio gabinete de gobierno como asesor, músico, secretario y capellán personal. A partir de ahí, la carrera del antiguo arzobispo

TRAS ESTA CALMA POLÍTICA EN FRANCIA, EL DESTINO DE GERBERTO DIO UN NUEVO GIRO CUANDO, A LA MUERTE DE HUGO CAPETO, SE ENFRENTÓ A SU SUCESOR, RICARDO II

de Reims no hizo sino subir. En el año 998 fue nombrado arzobispo de Rávena y el 9 de abril de 999, tras la muerte del papa Gregorio V, su protector, Otón III, movió todas sus influencia­s y su poder para que Gerberto fuese nombrado nuevo papa de Roma.

PAPA EN UN MOMENTO CRÍTICO

Europa se enfrentaba a un cambio de milenio que podía contribuir aún más a la incertidum­bre política y social que se vivía en un territorio en el que la lucha por el poder, por controlar las ciudades más importante­s y por aglutinar extensione­s más amplias de terreno, repercutía­n en la base de la población europea, mayoritari­amente campesina.

En ese contexto llegó Gerberto, el primer papa francés. Adoptó el nombre de Silvestre II y pronto estableció una estrecha colaboraci­ón con Otón III en su proyecto de creación de un nuevo Imperio Romano. Su labor se centró en atacar la inmoralida­d reinante en el imperio, adoptando para ello duras medidas contra los abusos que se estaban produciend­o en el ámbito religioso, en el que muchos miembros de la Iglesia realizaban prácticas como el concubinat­o.

EL PRIMER PAPA FRANCÉS ADOPTÓ EL NOMBRE DE SILVESTRE II Y ESTABLECIÓ UNA ESTRECHA COLABORACI­ÓN CON OTÓN III PARA CREAR UN NUEVO IMPERIO ROMANO

Su pericia como diplomátic­o fue notable y fruto de ella se fundaron los arzobispad­os de Hungría y Polonia, extendiend­o el catolicism­o hacia el este de Europa, al tiempo que tendió puentes de entendimie­nto con otras zonas como Rusia.

Toda esta tarea moralizant­e y espiritual, unida a su labor diplomátic­a en una época tan convulsa, restó a nuestro

protagonis­ta un tiempo muy valioso para continuar con su gran pasión: el estudio y la investigac­ión científica y, sobre todo, las Matemática­s, en las que aplicó ciertos avances en una Europa sumida en un periodo de oscuridad intelectua­l.

El historiado­r Francisco Vera, en su obra Historia de la matemática en España,

comenta que Silvestre II “además de la ciencia pura, se dedicó también a la aplicada e inventó un reloj de rueda y péndulos”.

EL PAPA INVENTOR

Este hecho nos revela la influencia que pudo tener en Gerberto de Aurillac, antes de ser Papa, tanto la cultura árabe como su estancia en la península Ibérica. Y es que, ciertament­e, un mecanismo como el que cita Vera hubiera sido todo un prodigio en la Europa del año 1000, pero hay constancia más que probada de que en China ya existían este tipo de relojes, lo que parece demostrar que el joven Gerberto pudo haber tenido constancia de estos avances, que habrían sido difundidos por el Califato de Córdoba, y haberlos aplicado él mismo más tarde, convertido ya en Sumo Pontífice.

Otro de los logros que este singular papa consiguió fue la introducci­ón en Europa de la numeración indo-arábiga, incluyendo la cifra del “cero”, lo que se debía a la influencia musulmana de su estancia en tierras ibéricas. Asimismo defendió las ventajas con respecto a la tradiciona­l numeración que se venía utilizando con números romanos. También introdujo el uso del ábaco.

Igualmente, los campos de la astrología y la astronomía se vieron beneficiad­os por la labor de Silvestre II, que diseñó y construyó diversos aparatos astronómic­os como el astrolabio, que se extendió gracias a él por el mundo latino. Se llegó a decir que tenía a su disposició­n un Golem, un robot primitivo que obedecía sus órdenes.

Su afición a colecciona­r textos le llevó a poseer una amplísima biblioteca con cientos de tratados científico­s, a los que unió los de producción propia; en este sentido, plasmó sus ideas en tratados matemático­s como el Regulae de numerorum abaci rationibus, acerca del uso del ábaco y que se convertirí­a en una obra de referencia, o su Liber de uitilitati­bus astrolabii o libro sobre la correcta utilizació­n del astrolabio.

El papado de Silvestre II llegó a su fin apenas tres años después de ser nombrado pontífice, ya que su vida se apagó en el año 1003. Aun así, su legado como Sumo Pontífice fue extraordin­ario, puesto que a las dotes políticas y diplomátic­as que supo poner en práctica se le unió su pasión por el conocimien­to y su difusión, sin que le temblara el pulso a la hora de estudiar a los sabios de otras culturas, considerad­as en aquel momento herejes por el resto de la cristianda­d.

SU LEGADO COMO SUMO PONTÍFICE FUE EXTRAORDIN­ARIO: A LAS DOTES POLÍTICAS Y DIPLOMÁTIC­AS QUE PUSO EN PRÁCTICA SE UNIÓ SU PASIÓN POR EL CONOCIMIEN­TO

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 ??  ?? Arriba a la izquierda, el conde Borrell II, protector de nuestro personaje y probado mecenas de la cultura en el siglo X.
A la izquierda, una imagen del monasterio de Santa María de Ripoll, lugar de enterramie­nto de los condes de Barcelona y en cuya biblioteca encontraro­n alivio las inquietude­s intelectua­les de Gerberto de Aurillac.
Arriba a la izquierda, el conde Borrell II, protector de nuestro personaje y probado mecenas de la cultura en el siglo X. A la izquierda, una imagen del monasterio de Santa María de Ripoll, lugar de enterramie­nto de los condes de Barcelona y en cuya biblioteca encontraro­n alivio las inquietude­s intelectua­les de Gerberto de Aurillac.
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 ??  ?? Arriba, el bosque de columnas de la mezquita de Córdoba, símbolo de una civilizaci­ón que concentró todos los saberes de su tiempo. Junto a estas líneas, la abadía de SaintGérau­d de Aurillac, primer centro formativo del futuro Silvestre II.
Arriba, el bosque de columnas de la mezquita de Córdoba, símbolo de una civilizaci­ón que concentró todos los saberes de su tiempo. Junto a estas líneas, la abadía de SaintGérau­d de Aurillac, primer centro formativo del futuro Silvestre II.
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 ??  ?? Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, nombró a Gerberto tutor de su hijo siguiendo los consejos del papa Juan XIII.
Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, nombró a Gerberto tutor de su hijo siguiendo los consejos del papa Juan XIII.
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 ??  ?? En el sentido de las agujas del reloj, la basílica de san Pedro con el río Tíber en primer término; monumento a Silvestre II en la ciudad de Aurillac; y una obra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro que representa el encuentro de Otón III con san Nilo.
En el sentido de las agujas del reloj, la basílica de san Pedro con el río Tíber en primer término; monumento a Silvestre II en la ciudad de Aurillac; y una obra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro que representa el encuentro de Otón III con san Nilo.
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 ??  ?? Arriba, la abadía de San Colombano en Bobbio, que nuestros lectores recordarán por El nombre de la rosa y en la que Gerberto ejerció como abad. Abajo, Hugo Capeto, rey de los francos entre los años 987 y 996.
Arriba, la abadía de San Colombano en Bobbio, que nuestros lectores recordarán por El nombre de la rosa y en la que Gerberto ejerció como abad. Abajo, Hugo Capeto, rey de los francos entre los años 987 y 996.
 ??  ?? A la derecha, una esfera armilar, que se usaba en la Antigüedad para determinar la posición de los cuerpos celestes, y, abajo a la izquierda, Otón II, emperador del Sacro Imperio RomanoGerm­ánico desde 967 hasta 983.
A la derecha, una esfera armilar, que se usaba en la Antigüedad para determinar la posición de los cuerpos celestes, y, abajo a la izquierda, Otón II, emperador del Sacro Imperio RomanoGerm­ánico desde 967 hasta 983.
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