LA BARBARIE ORGANIZADA
Una crónica de la Legión totalmente desprovista de fantasías
un crimen. Los que la disponen, unos monstruos horribles. Los que la dirigen, matones de oficio”, confiesa el legionario de ficción. Alter ego de Fermín Galán (1899-1930), el personaje Gustavo
“LA GUERRA ES
mo...”. Los africanistas compartían también otra cualidad: su espíritu de grupo. Desaparecido Silvestre, Dámaso Berenguer, fundador de los Regulares, se convirtió en líder indiscutible de los africanistas. Alto comisario desde 1919 hasta 1922, promocionó a Sanjurjo, Franco, Mola, Beigbeder, Yagüe, Varela..., que le apoyaron en sus luchas con otros generales, como Burguete o Riquelme. Apartado de su cargo por sus responsabilidades en el Desastre, Al- Pedrol de Nieva se alista acosado por la miseria. Su paso por la Legión es un descenso a los infiernos, un relato de ficción de los abusos auténticos que Galán presenció durante su etapa de oficial legionario. fonso XIII le indultó en 1924 y le nombró jefe de su Casa Militar. Sanjurjo ocupó su lugar en Marruecos. Más gordo que flaco, más bajo que alto, con ojos saltones y mirada bovina, José Sanjurjo no tenía perfil de héroe, lo que no impidió que el séquito de periodistas que le acompañaba le diera un mote rimbombante, el León del Rif. Antonio Cordón, que sirvió a sus órdenes, cree que era “falsamente sencillo y popular”, y que su fama de “gran estratega” era
LA BARBARIE organizada (1931) no hay heroísmo, y sí una disciplina brutal sobre soldados usados como carne de cañón (arriba, reconquista española de Monte Arruit, 1921). La novela es la antítesis de relatos que triunfan en la época –como Juan León, legionario (1927), de Rafael López Rienda–, que perpetúan el tópico del delincuente víctima de mal de amores que, como el protagonista de El novio de la muerte, la célebre canción legio-
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más mediática que real. Pero lo que pretendía ser se impuso a lo que realmente era, y Sanjurjo logró hasta siete ascensos por méritos de guerra, protegido por un rey que había unido fatalmente su destino, y el de la monarquía, a la dictadura. Primo de Rivera llegó al poder con un objetivo primordial: acabar con la guerra. “Ni somos imperialistas ni creemos pendiente de un terco empeño en Marruecos el honor del Ejército”, había manifestado al llevar a