Historia y Vida

El otro salvaje Oeste

MONUMENTAL TRABAJO SOBRE LA FIEBRE DEL ORO EN NUEVA ZELANDA

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En 1864 se descubrió oro en la costa oeste de Nueva Zelanda, una zona de difícil acceso y casi deshabitad­a. Solo dos años después, Hokitika, el pueblo que fundaron en ese lugar los primeros buscadores, ya era el asentamien­to más poblado del país. Más de veinticinc­o mil personas, la mayoría hombres, se contagiaro­n de la fiebre del oro y arriesgaro­n sus vidas para llegar hasta la peligrosa costa. En ese territorio tan poco transitado por la ficción está ambientada Las luminarias, la novela con la que la joven Eleanor Catton, de 28 años en ese momento, ganó en 2013 el Man Booker Prize, uno de los premios literarios más prestigios­os en lengua inglesa.

Camino de la televisión

Esta nueva estrella del firmamento literario cuenta que antes de escribir la novela se zambulló durante años en el estudio de los grandes clásicos del siglo xix: de Los hermanos Karamázov a Ana Karenina, pasando por las primeras novelas de detectives. “Intentaba aprender el ritmo de la narrativa del siglo xix”, explica. Y eso es precisamen­te Las luminarias, un caudaloso novelón decimonóni­co (800 páginas), de compleja y ambiciosa estructura, en el que hay que sumergirse como lo haría un buscador de oro: remangado y armado de gran tenacidad. La constelaci­ón de personajes, voces y líneas narrativas es tan abru- madora que, sobre todo al principio, puede desanimar hasta al lector más avezado. No es de extrañar que el libro incluya un mapa, una muy socorrida guía de personajes y, al final de la primera parte, un oportuno capítulo donde se resume todo lo acontecido hasta ese momento. A partir de ahí, la experienci­a de la lectura es como la de estar en mitad de una serie de televisión de muchos personajes: como ya los conoces, el resto de la temporada se disfruta mucho más. La comparació­n no es caprichosa. Catton, fanática de títulos como The Wire o Breaking Bad, ha relacionad­o su novela con la ficción te- levisiva, con su narrativa de armazón clásico, pero lleno de grietas, por donde se cuela la experiment­ación (a propósito de esto, ya se está preparando la adaptación de la novela en forma de serie). Buscadores de oro, comerciant­es, marineros, prostituta­s, traficante­s de opio... Las luminarias es un universo de personajes y relaciones, de conspiraci­ones y enigmas. Una intrincada trama que también funciona como fresco histórico. ¿Cómo debió de ser el ambiente y el funcionami­ento de un pueblo minero del siglo xix surgido de la nada “en el fin del mundo”? Quizá como el de Las luminarias.

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VÍAS CON VAGONETAS en una mina de oro de Nueva Zelanda, captadas probableme­nte en la década de 1910.

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