Un despertar romántico

LA HISTORIA DE AMOR entre el futuro Pedro I de Portugal y la gallega Inés de Castro rebosa romanticismo. En 1355, un año después de casarse en secreto, ella fue asesinada por orden de su suegro. Muerto este, Pedro ascendió al trono y mandó exhumar el cadáver de Inés para rendirle honores de reina. Además, mandó construir dos sepulcros encarados –uno para él y otro para su amada– en el monasterio de Santa María de Alcobaça. Lo hizo así para que lo primero que vieran sus ojos cuando resucitara el día del Juicio Final fuera el rostro de Inés.