Ardenas, 1944
ANTONY BEEVOR TRAD. DE JOAN RABASSEDA Y TEÓFILO DE LOZOYA BARCELONA: CRÍTICA, 2015 616 PP. 27,90 € general sabía que el ataque agotaría las últimas reservas alemanas y que sus posibilidades de éxito eran mínimas. No fue el único. La inteligencia aliada no detectó un ataque que era incapaz de imaginar. La ofensiva comenzó el sábado 16 de diciembre, aprovechando que el mal tiempo impediría a los aviones aliados despegar. Una semana más tarde había fracasado, pero nadie se lo dijo a Hitler, que había elegido al SS Sepp Dietrich para liderar el ataque. “Considerado un hazmerreír por los oficiales de alta graduación del ejército”, su lealtad fue muy superior a su pericia. Beevor convierte cada día de esa semana decisiva en un capítulo, detalla el fracaso de los comandos alemanes disfrazados de estadounidenses y cuenta cómo la táctica de terror de las SS, con crueles matanzas de prisioneros y civiles, se volvió en su contra. Los infantes estadounidenses, paracaidistas veteranos y novatos mal entrenados, resistieron y se vengaron.
Bajo la alfombra
La prosa del historiador británico brilla cuando describe las terribles condiciones de la batalla. Era tan intenso el frío que a veces los hombres morían congelados de pie, avanzando hacia las balas que los habían matado. Desde Stalingrado (1998), Beevor nos ha llevado a la Segunda Guerra Mundial a través de sus grandes batallas, combinando con maestría la visión de los generales con la de soldados y civiles. En Ardenas, 1944 –que continúa su relato de El día D (2011) y lleva directamente a Berlín, la caída (2004)–, Beevor destaca el daño que causó la ofensiva a la relación de Montgomery, que “carecía de toda inteligencia emocional”, con Bradley, Patton y Eisenhower, y, sobre todo, nos muestra cómo estos ocultaron los crímenes de sus soldados. Recordarnos la crueldad de los hombres que debían vencer es la gran novedad del relato de Beevor sobre la última jugada de Hitler.