FORD HABLA RUSO
Los americanos que fabricaron coches en la URSS
En mayo de 1929, pocos meses antes de que el crac sumiera a medio mundo en la miseria, la Ford firmaba un acuerdo con la URSS para construir una factoría en Gorki. Stalin estaba loco por los coches y ansioso por industrializar el país, y el capitalista Henry Ford no tenía inconveniente en hacer negocios con nadie, incluidos los anticapitalistas. A cambio de la fábrica, Moscú compraría 72.000 vehículos sin ensamblar, así como los componentes necesarios durante los siguientes nueve años. Junto con la maquinaria, llegó a Gorki un equipo de técnicos esta- dounidenses, y, en cuanto la Gran Depresión se expandió por Estados Unidos, varios cientos de operarios creyeron ver abrirse el cielo al ser admitidos en la Gorkovsky Avtomovilny Zavod. Allí, a miles de kilómetros de casa y con el pasaporte “temporalmente” retenido por la OGPU (la policía secreta), lo que empezó siendo una vida controlada, pero sin grandes privaciones, evolucionó en poco tiempo a una existencia casi tan dura como la de las “colas del pan” de su propio país. La hambruna de 1932-33, que acabó matando en la URSS a millones de personas, dejó desabaste- cida también a Fordville, el asentamiento americano en la Zavod. Pero eso no era lo peor: debido a la burocracia, los materiales de mala calidad y la falta de preparación del personal soviético, la producción no iba al ritmo deseado. Los retrasos y una serie de accidentes desencadenaron una persecución en busca de saboteadores, y los americanos se convirtieron en chivos expiatorios. Muchos fueron detenidos, algunos incluso ejecutados; otros terminaron en Siberia. Los que quisieron salir del país lo tuvieron muy difícil a partir de 1935, coincidiendo con el de-