LAS NAVES DE CALÍGULA
La Italia de Mussolini se encargó de recuperar, con gran fanfarria, dos enormes naves romanas del fondo del lago de Nemi. La II Guerra Mundial las volatilizó.
El lago de Nemi, a unos treinta kilómetros al sur de Roma, fue desde el siglo vi a. C. uno de los centros religiosos más importantes de la región del Lacio. Ello se debió al establecimiento en aquella fecha, por parte de la Liga Latina –en guerra contra Roma–, del conocido como lucus Dianum: un bosque sagrado dedicado a la diosa Diana. Se cree que este santuario pasó a dominio de Roma con la disolución de la Liga Latina en 338 a. C. Fue entonces cuando se inició la construcción de un templo dedicado a Diana Nemorensis, comunicado con Roma a través de la vía Appia y con esta a través de una calzada que bordeaba el lago. A partir del siglo ii a. C., el complejo se amplió con dos terrazas porticadas: una inferior, donde se encontraba el templo, y otra superior. En los siglos siguientes y hasta que su importancia como centro religioso del Lacio cesó (en el iv d. C.), se añadieron numerosos edificios, como unas termas, diversos espacios para depositar las ofrendas y un pequeño teatro. Bajo Calígula (37-41), conocido por su megalomanía, este núcleo adquirió mayor relevancia. El emperador hizo levantar un ninfeo en la terraza superior del santuario, amplió una villa a orillas del lago y mandó construir dos grandiosos barcos, posiblemente relacionados con el carácter sagrado del lugar. Su recuperación constituye uno de los episodios más interesantes de la arqueología subacuática del siglo xx.