HERMANOS DE CARÁCTER EXALTADO
La complicada relación entre Napoleón y su hermana Elisa.
agraciada de las hermanas de Napoleón (abajo, en un retrato de 1809). Alta y huesuda, sus facciones resultaban casi viriles, y carecía del encanto de Carolina o de la belleza espectacular de Paulina. No obstante, poseía una inteligencia privilegiada. Napoleón nunca se recató de expresar su admiración por la que calificaba de “mente privilegiada”, pero también reconocía sus diferencias, que achacaba a unos caracteres demasiado fuertes. Fue la única de sus hermanas que falleció antes que él. Cuando recibió la noticia de su muerte, quiso permanecer en soledad durante varias horas, y se dice que luego comentó a su secretario: “Es la primera de mi familia que ha emprendido el Gran Viaje. No tardaré en seguirla”. Efectivamente, nueve meses después, el 5 de mayo de 1821, el emperador falleció en su retiro de Santa Elena.
EL GOBIERNO DE LA TOSCANA SE CONVIRTIÓ EN UN GRAN MOTIVO DE CONFLICTO ENTRE ELISA Y EL EMPERADOR
ELISA FUE LA MENOS
Paralelamente, en su ámbito privado, Elisa supo conformar en Lucca una corte al estilo de las Tullerías, redecoró el palacio en el que habían residido sus antecesores y creó en el parque que lo rodeaba un jardín botánico que, de alguna forma, recordaba al que Josefina había diseñado para la Malmaison, en el que se alternaban plantas y animales europeos con especies exóticas. Jamás olvidó su interés por el arte y la cultura, en especial cuando, un año después de hacerse con el gobierno, Napoleón añadió al principado la provincia de Massa-Carrara. La princesa supo aprovechar sus célebres canteras de mármol, origen del panteón de Agripa, la columna Trajana o algunas de las mejores obras de Miguel Ángel, para aumentar su fama de mecenas. Para ello, se volcó en revitalizar la ya existente Academia de Bellas Artes de la ciudad, invitando a sus aulas a algunos de los más prestigiosos escultores de la época y creando las becas Elisienne para artistas noveles, que finan- ciaba con los impuestos obtenidos de la explotación del mármol. Fue para reforzar tales explotaciones que inició la construcción de la llamada ruta Friedland, que unía Massa y Carrara y que facilitaba la exportación de la materia prima que daba soporte económico a la región.
Problemas en la Toscana
Su tarea de gobierno se vio interrumpida en 1807, cuando el Gran Ducado de Toscana pasó a manos francesas. El gobernador impuesto por Napoleón, Abdallah Menou, un militar francés convertido al islam, demostró ser totalmente incapaz de llevar adelante el nuevo dominio imperial. De ahí que, tras comprobar el éxito de las reformas llevadas a cabo en Lucca y Piombino, en 1809, el emperador decidiera confiar el gobierno a Elisa. El 2 de abril de ese año, la nueva gran duquesa de Toscana hizo su entrada en Flo- rencia, la capital, donde fue recibida con la frialdad más absoluta. El rechazo, compartido por la aristocracia y el pueblo, se incrementó cuando tomó sus primeras medidas de gobierno: nacionalizar los bienes del clero y cerrar aquellos conventos que no se dedicaran a la enseñanza o actuaran como hospitales. El descontento se acentuó cuando Napoleón decretó una subida de impuestos. En respuesta, una serie de algaradas populares de rechazo al dominio francés se saldaron con numerosos heridos y la muerte de un juez y un representante del municipio. A partir de ese momento, Elisa comprendió que, contra lo que había sucedido en Lucca y Piombino, en su nuevo destino no solo no iba a contar con el favor de sus súbditos, sino que su autoridad iba a estar siempre mediatizada por París, y, por tanto, iba a carecer de toda posibilidad de iniciativa. Tuvo, pues, que asumir que to-