Historia y Vida

DEL PAPEL AL LIBRO

Un ahorro En inversión, En tiempo y En Espacio

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Cuando en la Antigüedad se hablaba de volúmenes, se pensaba en largos rollos de papiro o pergamino, que raramente contenían un texto completo. Las publicacio­nes extensas ocupaban varios de ellos, y encontrar un fragmento para releerlo era un tostón, ya que requería desenrolla­r y enrollar. Además, solo era posible escribir por uno de los lados. El pergamino, elaborado con piel de ternera, cordero o cabrito, fue el soporte preferido desde el Bajo Imperio hasta el siglo xii, pero resultaba prohibitiv­o. Una Biblia de gran tamaño podía requerir el sacrificio de un rebaño entero, inversión a la que había que añadir un laborioso proceso de encalado y curtido. La llegada del papel, que podía obtenerse reciclando trapos, resultó revolucion­aria: abarató considerab­lemente la edición y permitió, por ejemplo, las copias manuscrita­s universita­rias, relativame­nte prolíficas (abajo, san Jerónimo con un volumen en una tabla del s. xiv). el papel no puede considerar­se un invento estrictame­nte medieval, puesto que ya se conocía en China hacia el siglo ii a. C., pero fue en la Edad Media cuando se produjo su difusión internacio­nal: a Japón llegó en el siglo vii, a Asia Central, en el viii, y de ahí pasó al mundo islámico. El ejemplar más antiguo hallado en Europa es el Misal de Silos, del siglo xi, un manuscrito cristiano sobre papel fabricado, muy probableme­nte, por musulmanes. Lo que sí es medieval al cien por cien es la encuaderna­ción, una técnica que dio forma a los libros tal como hoy los conocemos, con lomo, cubiertas y páginas. La posibilida­d de encuaderna­r facilitó la tarea de ilustrar los textos y permitió aprovechar mejor el soporte escribiend­o por ambos lados.

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