La era Open
Mayo, 1968. Mientras vuelan los adoquines y las barricadas incendian la capital francesa, el roland Garros está llevando a cabo su propia revolución. El primer torneo Grand slam de la era open cambiaría el tenis para siempre.
En 1968, mientras París bullía en plena revolución estudiantil, el primer torneo Grand Slam de la era Open introducía un punto y aparte en la historia del deporte. Un tenista español, Andrés Gimeno, estaba allí.
En los vestuarios teníamos los ojos en la cancha y los oídos en la radio, pero, extrañamente, todo salió bien. Cada día estuvo lleno, eso no había pasado nunca antes”, recuerda Pierre Darmon, el mejor tenista francés de la época. Los estudiantes buscan “la playa bajo los adoquines”; los grandes tenistas del momento solo ven la roja tierra batida de Roland Garros. La huelga general ha paralizado toda Francia. Los aeropuertos están cerrados. Los trenes, el metro y los autobuses no funcionan. No hay gasolina. No muy lejos de las barricadas del Barrio Latino, el torneo parisino se mantiene al margen del estallido social. Pero en el Stade Roland Garros también se está iniciando una nueva era. Por primera vez en uno de los cuatro grandes torneos, o Grand Slam (Roland Garros, Wimbledon, Open de Estados Unidos y Open de Australia), amateurs y profesionales miden sus fuerzas en las mismas pistas. Hasta este momento, los y las tenistas profesionales tenían vetada su participación en los grandes torneos, Copa Davis y juegos olímpicos, reservados a los amateurs. Es decir, aquellos jugadores que no
cobran por jugar, al no estar bajo las directrices de un promotor, como ocurría en el mundo del boxeo. “Eran mundos diferentes y en nada se parecían. El profesionalismo fue un intento por cambiar las cosas que en principio no tuvo mucho seguimiento, pero que sirvió para que los organismos oficiales entendieran que el deporte se movía por caminos nuevos y se iniciara el cambio oficialmente”, relata para historia y vida el periodista experto en tenis Miguel Ángel Zubiarrain.
parís, ¿sí o no?
La organización ha llegado a plantearse la suspensión del torneo ante las bajas de última hora de muchos tenistas. La Federación Española de Tenis recomienda a los deportistas no viajar al país vecino por no estar garantizada su seguridad. Muchos siguen el consejo. Otros, como Andrés Gimeno, no tienen elección. El tenista barcelonés, profesional desde hace ocho años, debe seguir las directrices de su jefe, propietario de la agencia de deportistas IMG. “Me llamó por teléfono a Barcelona y me dijo: ‘Andrés, tienes que ir a París, aunque sea andando’”, rememora.
Las comunicaciones están cortadas, el viaje a la capital francesa se convierte en una odisea. Vuela a Bruselas y luego alquila un coche para llegar a París. A Gimeno le sorprende la aparente tranquilidad de las calles. No ve rastro de las alarmantes noticias que circulan sobre lo que está ocurriendo en Francia. La Federación Francesa pone un coche a disposición de los tenistas para que se desplacen cada día al torneo. El mundo paralelo de Roland Garros vive ajeno a la tensión y la violencia. En la zona por la que transitan los deportistas no hay altercados, ni barricadas ni manifestaciones. Sin embargo, el escenario dejará de ser idílico muy pronto. Gimeno comprueba que el incendio social está mucho más cerca de lo que parece. Tal como relatan los periodistas Manel Serras y Jaume Pujol-galcerán, el campeón barcelonés será testigo de un desagradable incidente. “¡Asesinos, asesinos!”, escucha gritar justo a la puerta de su hotel. “Salí a la calle y vi a un chico en el suelo, tendido en un charco de sangre. Los gendarmes le estaban dando una paliza. Le metieron a rastras en un furgón para llevárselo mientras la gente les insultaba. Me quedé impresionado y sentí miedo por primera vez”.
A pesar de las dificultades, el torneo es un éxito absoluto. Ciento ochenta mil espectadores siguen las evoluciones del campeonato, duplicando las cifras del año anterior. Los estudiantes y trabajadores aprovechan la huelga para ir a ver los partidos. Gimeno es eliminado en semifinales, a manos del australiano Ken Rosewall, a la postre campeón del primer Roland Garros de la era Open. Justo al final del torneo, la protesta social pierde
fuelle. Todo parece en orden de nuevo. Pero el Mayo francés también ha dinamitado el universo del tenis. Aunque el primer torneo de la era Open había tenido lugar un mes antes en la localidad inglesa de Bournemouth, la tierra de París marca un punto de inflexión. “Los revolucionarios años sesenta cambiaron el mundo tal y como se conocía hasta entonces, y en el tenis la gran revolución se llamó la era Open”, sostiene el periodista Luis López Varona.
La troupe de Kramer
“Firmar el contrato como profesional suponía poder vivir del tenis y asegurarme mi futuro; era lo que siempre había soñado”. Andrés Gimeno acaba de caer derrotado a las primeras de cambio en la “catedral del tenis”. El amargo trago de esta eliminación en Wimbledon 1960 se disipa cuando Jack Kramer, extenista y promotor, le invita a un café en la cafetería del All England Club. No ha tenido tiempo de llevarse la taza a la boca y la suculenta oferta ya flota en el aire: “Creo que eres uno de los tenistas con más posibilidades y que tienes un gran futuro por delante, estás entre los mejores del mundo. He pensado en ti para incorporarte a mi grupo de profesionales de forma inmediata. [...] Si firmas conmigo te aseguro unas ganancias de 50.000 dólares en los próximos tres años, y si no los alcanzas yo pondré el resto, pero estoy convencido de que los superarás con creces”. Gimeno necesita pensarlo. Aceptar la oferta supondrá un importante sacrificio. “Aún no ha cumplido dos de sus grandes ilusiones: ganar un torneo de Grand Slam y, sobre todo, conseguir la Copa Davis”, afirman Serras y Pujol-galcerán. La guerra abierta que mantienen Kramer y la Federación Internacional de Tenis impide a los profesionales disputar los trofeos que conforman el circuito amateur, el único existente en esos momentos. Una situación absurda, puesto que las mejores raquetas de la época se habían pasado al lado profesional, y, por otra parte, los amateurs cobraban ciertos emolumentos “bajo cuerda”.
El 12 de julio, Gimeno firma el acuerdo con la sensación agridulce de “dejar algo atrás”. Ya es uno más de la troupe de Jack Kramer, el extenista que desprecia el tenis amateur: “No existe, es un mito o una hipocresía, como prefieran llamarlo, llena de culpables que vulneran sus propios reglamentos; los jugadores aceptando dinero bajo mano
EL torneo Es un éxito: Estudiantes y obreros aprovechan La huelga para ir a Los partidos
para jugar los concursos; los dirigentes de los clubes y organizadores dándoselo y los federativos sabiéndolo y consintiéndolo”. El campeón contribuyó como pocos a cambiar la historia del tenis.
una larga batalla
Kramer llegó a convertirse en el promotor tenístico más importante. Consiguió reunir a las mejores raquetas del momento y desafiar a la Federación Internacional de Tenis y a los grandes torneos durante los años cincuenta y sesenta. Antes de hacerse profesional, fue dos veces campeón del Open de Estados Unidos (1946 y 1947) y una del torneo de Wimbledon. En su época siempre había un promotor dispuesto a pagar al mejor amateur para que se enfrentara al mejor profesional. Y a Kramer también le llegó su turno. En 1947, el promotor Jack Harris le convence para que abandone el circuito amateur y se bata con el mejor jugador profesional en una serie de cien partidos por todo el mundo. La oferta es imposible de rechazar. Kramer, el campeón amateur, se impone al mejor profesional, ganando 89.000 dólares en toda la gira. En 1952, el tenista se convierte en promotor, aunque seguirá jugando unos años más. Sus primeros fichajes son los australianos Frank Sedgman y Ken Mcgregor. Pronto se da cuenta de que la fórmula de las series mundiales está obsoleta. Es necesario revitalizar el espectáculo, hacerlo más atractivo para el gran público. Dos años más tarde, ya retirado, inventa una competición con cuatro jugadores que debían enfrentarse por el sistema round robin (todos contra todos). En 1960, Gimeno es el único español en el grupo de profesionales de Kramer. Las series mundiales son ahora torneos de exhibición de cuatro jugadores que se alternan y recorren medio mundo. “Para ganar dinero debías acabar entre los tres primeros”, recuerda el tenista. El promotor continúa la cruzada contra los máximos organismos del tenis. La Federación Internacional bloquea sistemáticamente sus intentos de apertura a los profesionales. Los ingresos menguan. La economía del grupo no funciona. Kramer propone crear una asociación de tenistas profesionales e inventar una copa que haga la competencia a los grandes torneos: la Copa Kramer. El nuevo torneo arranca en Barcelona con unas semifinales por equipos: Estados Unidos, Europa, Australia y Sudamérica. “Tengo a los mejores jugadores y esta competición será tan grande como la Copa Davis”, proclama ufano el promotor en la presentación ante la prensa. El público no piensa lo mismo. El fracaso le obliga a retirarse del tenis. La Federación Internacional ha vuelto a ganar. Los jugadores, huérfanos y desolados, tratan de relanzar la asociación e impulsar los torneos del circuito profesional.
kramer organiza una cruzada contra Los Máximos organismos DEL tenis, pero Los ingresos Menguan
rod Laver, el salvador
Hace falta un golpe de efecto. Viene de Australia y se llama Rod Laver. En 1962, el tenista ha conseguido lo que nadie antes: ganar en un mismo año los cuatro torneos Grand Slam. Traer a este icono al lado profesional cuesta 125.000 dólares. La llegada del australiano es un soplo de aire fresco. “Una inyección de moral para unos jugadores que se veían perdidos en la nada”, según Serras y Pujol-galcerán. Vuelven los patrocinios, y un nuevo circuito se dibuja sobre el mapa mundial: diez torneos en Estados Unidos, tres en Europa, dos en Sudáfrica y otros dos en Australia. El circuito se mantiene estable hasta 1967, momento decisivo para los jugadores profesionales.
En agosto, el desafío de los tenistas se instala en “territorio sagrado”. Herman David, presidente del All England Club, ha invitado a los grandes campeones a un torneo abierto en el mismo corazón de Wimbledon. Quiere acabar con la hipocresía que, a su juicio, salpica el mundo del tenis. Los invitados son Rosewall, Laver, Gonzales, Stolle, Buchholz, Hoad, Ralston y Gimeno. La Federación Internacional amenaza al torneo londinense con tomar medidas, pero ya no hay vuelta atrás. El lleno es absoluto. La BBC obtiene sus mejores audiencias en retransmisiones de partidos de tenis. En octubre, la Federación Británica de Tenis aprueba un texto borrando la barrera entre amateurs y profesionales. A pesar de que en enero de 1968 la Federación Internacional suspende a la británica, la presión de otras federaciones hace que reconsidere su postura. En marzo, en una asamblea general extraordinaria y urgente, 66 representantes de 47 países aprueban inaugurar la era Open. El primer torneo abierto se celebrará en Bournemouth. Poco después, en pleno Mayo francés, Roland Garros vivirá el mejor torneo de su larga historia.