Chapado en oro
en punjabi se lo llama Harmandir Sahib, “la morada de Dios”, pero los británicos lo popularizaron en Occidente como el Templo Dorado, por razones obvias. Es el lugar más sagrado del sijismo, religión fundada en India en el siglo xvi que, por simplificar, combina elementos del hinduismo y del islam. Es lo habitual para un sij visitarlo al menos una vez en la vida y bañarse en las aguas del estanque en el que se asienta, que otorgan bienes espirituales y terrenales. La cobertura dorada se le asignó en el siglo xix. Un siglo antes sufrió daños en un ataque afgano. Volvió a sufrirlos en 1984, en una operación militar de Indira Gandhi contra un líder religioso al frente de un grupo armado. La profanación del templo costó la vida a la primera ministra, que fue asesinada por sus guardaespaldas sijs.