EL PODER Y EL GLAMUR
JFK se aferró a su vida de soltero de oro, pero para triunfar en política necesitaba una esposa idónea. La encontró en Jacqueline Bouvier, Jackie, una joven de clase alta y educación refinada. En 1951 iniciaron un noviazgo “espasmódico”, según dijo ella, porque él siempre priorizaba su actividad política al hecho de estar juntos. La boda, un gran acto social, tuvo lugar dos años después.
GRACIAS A JACKIE, Kennedy pulió su forma de presentarse en público y pres- tó más atención a su vestuario. También abandonó costumbres descorteses, como acostarse sin despedirse de los invitados cuando se aburría. Ella también le ayudó a mejorar su oratoria: aprendió a tomar aire en el momento oportuno y dejó de colocar las manos en los bolsillos. Solo dos de sus cuatro hijos sobrevivieron: Caroline y John. Una vez que su marido alcanzó la presidencia, Jackie (arriba, en 1963) se convertiría en un icono de la moda, a la vez que remodelaba la decoración de la Casa Blanca.