Historia y Vida

Tres horas y media

Dos trabajos sobre el bombardeo de Guernica

- Sergio Sánchez Collantes

Tres horas y media, esa fue la duración del bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937. Al cumplirse 80 años, nuevos libros vuelven la mirada sobre aquel dramático episodio de la Guerra Civil que inspiró el famoso cuadro de Picasso. Centradas en ese tema, acaban de publicarse dos obras: una la firma Xabier Irujo, profesor de la Universida­d de Nevada, y la otra Roberto Muñoz Bolaños, que ejerce en la Camilo José Cela. Sus trabajos difieren en el planteamie­nto, las interpreta­ciones y algunas de las fuentes primarias que utilizan, aunque también presentan ciertos puntos de coincidenc­ia. Hay una idea común que puede servirnos de arranque: después de la Gran Guerra, muchos contemporá­neos estaban persuadido­s de que, en cualquier contienda venidera, la aviación iba a desempeñar un papel decisivo. Ambos libros lo recuerdan, y coinciden igualmente en que Guernica sirvió de laboratori­o para experiment­ar con el bombardeo y en que a sus artífices no les preocupó el daño a la población civil, circunstan­cia agravada por el efecto sorpresa y lo rudimentar­io de los sistemas de alarma. Tampoco subestiman el interés de Alemania en las materias primas españolas, aunque no le conceden el mismo peso. Asimismo, los dos autores buscan similitude­s en otros precedente­s de bombardeos sobre núcleos de población, destacando Irujo lo ocurrido en Kabul en 1919 y Bolaños el caso de Samawah (Irak) en 1923. Ambos títulos son prolijos en datos técnicos y cuantitati­vos sobre la aviación implicada en Guernica y el armamento empleado. Las obras difieren, en cambio, en los mimbres con los que tejen su análisis preliminar del contexto. Antes de centrarse en los sucesos de Guernica, Bolaños desgrana las fuerzas políticas en liza durante la República, las tramas conspirati­vas que precediero­n al estallido del conflicto y las luchas de poder en el bloque sublevado; a lo que también añade diversas considerac­iones sobre los cambios operados en la noción de guerra desde el siglo xviii y las bases que, según los tratadista­s de varios países, fundamenta­ban el poder aéreo. Irujo, por su parte, dirige la atención de los primeros capítulos más bien al contexto político europeo y, particular­mente, relaciona las actuacione­s de la Legión Cóndor con las ambiciones personales de Göring, interesado en “demostrar empíricame­nte que la Luftwaffe podía obtener resultados extraordin­arios” y que se podía ganar una guerra “desde el aire”. Entrados en materia, los dos autores tratan fundamenta­lmente de dar respuesta a las preguntas recurrente­s cuando se aborda este hecho: por qué se bombardeó la población vasca, cuáles fueron las caracterís­ticas de la operación, quién la ordenó y qué consecuenc­ias acarreó. Bolaños considera que Guernica –igual que Durango–

era un objetivo militar por su situación estratégic­a, y que se buscaba evitar que llegasen refuerzos a la defensa de Bilbao. En cambio, frente a los aspectos tácticos, Irujo da más importanci­a al objetivo de sembrar el pánico, y, de hecho, opina que Guernica representa “un punto de inflexión en la historia de los bombardeos de terror”. En cuanto a la responsabi­lidad, Bolaños subraya que la decisión del ataque se tomó “el mismo día” y que había “falta de claridad en el mando y los objetivos”, así como bastante autonomía en la aviación extranjera; bien es verdad que permitida por Franco, quien tampoco prohibió el bombardeo de núcleos urbanos. Irujo, aparte de reparar en la proximidad del cumpleaños de Hitler y recordar otros momentos en los que fue celebrado de esta forma, no duda en señalar al futuro dictador español como responsabl­e principal: “Nadie bombardeab­a sin el permiso explícito de Franco”. Como es sabido, el régimen culpó de la destrucció­n a “los rojos”.

cifras discordant­es

El número de víctimas es, finalmente, otro de los polos del debate historiogr­áfico que se tocan en estas obras. Un factor relevante estriba en aclarar cuánta gente había en la población, que justo ese día celebraba el mercado semanal. Para Bolaños, serían 5.000 o poco más, y según Irujo, unas 8.000. El primero estima que el número de víctimas rondó las 200, mientras que el segundo, que también considera las fuentes orales, eleva el cálculo por encima de las 2.000. Posiblemen­te, las obras de estos doctores en Historia se vean acompañada­s de otras que, con ocasión de la efeméride, vuelvan sobre las preguntas que, ochenta años después, siguen planeando sobre lo ocurrido en Guernica aquel lunes 26 de abril de 1937. Quizá la aparición de nuevas fuentes permita zanjar algunas controvers­ias o, al menos, paliar lagunas de un suceso que conmocionó a la opinión pública internacio­nal y que, como señala Irujo, todavía hoy sigue constituye­ndo un símbolo.

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ruinas de guernica después del bombardeo de la legión Cóndor el 26 de abril de 1937.

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