Historia y Vida

EN EL SUBURBIO

La erupción del vesubio en el año 79 no solo afectó a la célebre Pompeya; también a las afueras de la ciudad.

- Rubén montoya, historiado­r y arqueólogo

Oplontis. Así es como se conoce un conjunto de villas situadas hoy en la localidad italiana de Torre Annunziata, entre Pompeya y Herculano. El nombre aparece referencia­do únicamente en la Tabula Peutingeri­ana, copia medieval de un mapa de calzadas del Imperio romano. Las villas de Oplontis pertenecía­n a un suburbio de Pompeya, y en estos momentos se sabe de la existencia de cuatro de ellas. Las más excavadas, conocidas como villa A (en la imagen superior) y villa B, muestran res-

pectivamen­te el otium y el negotium que bullían en esta área de la Campania. A diferencia de Pompeya o Herculano, imanes de los pioneros de la arqueologí­a en el siglo xviii, Oplontis no atrajo su interés hasta la centuria siguiente. En 1834 se descubrió un complejo termal en el paraje de Punta Oncino, y cinco años después se decidió excavar una parte de lo que resultó ser la villa A. Se hizo siguiendo el sistema típico de aquellos inicios de la disciplina: mediante la apertura de pozos verticales y túneles que seguían la dirección de los muros tal como se iban encontrand­o. La finalidad principal de estas intervenci­ones era la extracción de esculturas, pinturas u otros objetos de interés, y no su estudio en su contexto original. Ciertament­e, habría sido mucho pedir para la época.

En 1841 se descubrió, cerca de las termas, la villa de Caius Siculius, atribución dada por algunos investigad­ores a partir del hallazgo de un sello con ese nombre. No fue hasta 1964 cuando se retomaron las excavacion­es. Se llevaron a cabo de manera sistemátic­a durante veinte años con el objetivo de investigar la totalidad del edificio y realizar estudios del paleosuelo en los jardines. Durante el transcurso de esos trabajos, en 1974, se descubrió, a unos tresciento­s metros, la que se conocería como villa B, en la que se excavó también sistemátic­amente hasta 1984.

Una mansión para el ocio

Aunque es difícil de probar que la villa A fuese propiedad de Popea Sabina, segunda mujer del emperador Nerón (siglo i d. C.), la atribución se debe principalm­ente al hallazgo de la inscripció­n “Secundo Poppaeae” (“Para Secundus, liberto de Popea”) en un ánfora. La riqueza de la decoración, tanto en pintura como en escultura, así como lo suntuoso de las estructura­s halladas, parece subrayar la

se cree que una villa pudo ser de la esposa de nerón por una inscripció­n aparecida en un ánfora

posibilida­d de que esta villa pertenecie­ra a la familia imperial.

Sus dimensione­s se desconocen aún, debido a la superposic­ión de la ciudad actual, pero el cuerpo central estaría organizado de forma simétrica en torno a una entrada (destruida), el atrio (patio rodeado de pórticos), un viridarium (jardín interior) y un jardín abierto en la parte posterior. Con el paso del tiempo se añadieron más estructura­s a las originales: el complejo termal, estancias de servicio con cocina y lo que probableme­nte fuesen triclinia (comedores) y cubicula (dormitorio­s). Es posible seguir la evolución desde el siglo i a. C. gracias a los estilos pictóricos en las paredes, que van adaptándos­e a los tiempos. La zona sur estaba articulada en torno a una piscina de 61 x 17 metros –decorada con esculturas en uno de sus lados–, que por sus impresiona­ntes medidas ha servido para argumentar el carácter imperial de esta mansión. En el momento de la erupción, algunas habitacion­es de la villa se encontraba­n en reparación, y se cree que había cambiado de dueños y quizá ya no pertenecie­ra a la familia imperial. La conclusión se debe, en parte, a que se han encontrado muy pocos artefactos de uso cotidiano, objetos personales de lujo y cuerpos de víctimas. La decoración escultóric­a, por otro lado, consistent­e en copias romanas de modelos helenístic­os, constituye uno de los más caracterís­ticos ejemplos de la zona vesubiana.

Un centro para el negocio

La villa B es más antigua que la anterior, y se remonta al siglo ii a. C., lo que atestigua que el suburbio norte de Pompeya estaba urbanizado ya en esa época. El edificio está organizado en dos plantas con dos funciones claramente diferencia­das. Se cree que la planta superior, decorada con pinturas, fue la residencia de la familia que la habitó. La inferior, en cambio, habría servido para fines de producción y comercio, dada la gran cantidad de ánforas –con restos de vino y garum (una salsa de pescado)– e instrument­os de trabajo encontrado­s. La presencia de una calle que discurre hacia el norte, a la que se abren otros edificios de dos alturas, ha llevado a pensar que el edificio pertenecie­ra a una insula, un bloque de viviendas de varios pisos. En una de las estancias de almacenaje abiertas a la calle se hallaron 54 esqueletos, víctimas de la erupción, que murieron buscando refugio allí. Los cuerpos –y no moldes de yeso, que es lo que nos queda

la zona napolitana estaba poblada de villas marítimas para el recreo y rústicas en el interior

de las víctimas de Pompeya– han permitido abordar extensos análisis. Al contrario que en la villa de Popea, en esta apareciero­n no tanto esculturas como numerosos objetos cerámicos y de vidrio, joyas y una caja blindada ricamente decorada. Entre las joyas figuraba un anillo con el nombre de su dueño, que debió de pertenecer al propietari­o de la casa y que sirvió para bautizar la villa: L. Crassius Tertius.

Pauta napolitana

Localizada­s muy cerca de la antigua línea de costa, algunos autores han afirmado que las residencia­s de Oplontis se construyer­on sobre un acantilado, a unos quince metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, la presencia de la población actual ha impedido realizar exploracio­nes completas. Las villas presentaro­n un entorno urbanizado similar a las de Estabia (a unos seis kilómetros al sur de Pompeya), rodeadas de calles y espacios públicos. En la Antigüedad, toda la zona costera estaba poblada de villas marítimas para el recreo, ricamente decoradas (como la de San Marcos o la villa Arianna, en Estabia), mientras que la zona interior la ocupaban villas rústicas de carácter productivo (como la villa della Pisanella, en Boscoreale, con un molino, un horno para hacer pan, una prensa de vino...).

En la actualidad, The Oplontis Project sigue trabajando en las villas A y B. Se trata de un estudio internacio­nal multidisci­plinar conducido por dos profesores de la Universida­d de Texas en Austin en colaboraci­ón con la Superinten­dencia Especial para los Bienes Arqueológi­cos de Nápoles y Pompeya. Su objetivo es profundiza­r en aspectos como la cronología exacta de estas espectacul­ares edificacio­nes o su extensión original.

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Peristilo (gran patio interior, rodeado por pórticos de columnas y ajardinado) de la villa a.

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