el hombre reivindicado
Rescate de un olvidado que defendió la república
A menudo, el quehacer historiográfico relega a personalidades que no merecen ese destino. Rescatarlas del olvido se vuelve entonces una necesidad, y no deja de funcionar como una especie de justa reivindicación. Esto es lo que hace Lorenzo Silva en su último libro, en el que recupera la figura de José Aranguren Roldán, el general de brigada que estaba al mando de la Guardia Civil en Cataluña cuando se produjo el golpe del 18 de julio de 1936. El papel de Araguren resultó decisivo, ya que su negativa a secundar el complot determinó que fracasara en Cataluña. Su respuesta a la llamada telefónica de un Goded desesperado fue tan valiente como rotunda: “Aquí no hay más rebeldes que ustedes”. Sencillamente, pensaba estar cumpliendo con su deber en una situación que solo admitía dos conductas: defender y servir al orden constituido o traicionarlo.
Honor, lealtad y convicción
Nos cuenta el autor cómo, desde que tropezó con este personaje, atraído por su perfil humano, se sintió “abocado de manera irremisible” a escribir el libro. Ganador de varios galardones literarios, incluido el Premio Planeta, Silva se aventura en un encadenamiento apasionado de pesquisas que lo llevan por la infancia de Aranguren, su período de formación, sus dos años y medio en África, en fin, los sucesivos destinos que asumió al regresar a la península y otros hilos tocantes a la familia del biografiado y a la suya propia. El autor considera su obra un relato novelado de los sucesos en los que participó Aranguren, pero en ella hay casi tanto de ensayo histórico como de texto de ficción, por el trabajo de documentación, el afán contextualizador y la crítica de fuentes que lo acompañan. Sea como fuere, quienes tengan interés en la España contemporánea hallarán aquí una mirada solvente con la que refrescar hechos cruciales del primer tercio del siglo xx, desde las campañas en Marruecos hasta la Guerra Civil. Cuando las gentes olvidadas de la historia tienen quien escriba sobre ellas, queda saldada una deuda y materializada una estimable contribución, sin menoscabo de que luego vengan otras plumas a reforzarla. Y así ha ocurrido con Aranguren, de quien, como advierte Silva, “la inmensa mayoría de los catalanes y españoles de hoy no guardan ni el más mínimo recuerdo”.