Historia y Vida

la entrevista

Karin Bojs

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en su libro relata detalladam­ente un montón de yacimiento­s y museos que ha visitado por toda europa. ¿Hay algún yacimiento que le haya impresiona­do especialme­nte?

Hay varios. Las cuevas con pinturas rupestres en el sur de Francia; Stonehenge (Inglaterra), por supuesto; pero me impresionó aún más Goseck (Alemania), porque habla mucho mejor del motivo por el cual hacían esas enormes construcci­ones. Sufrimos una importante transforma­ción social con la llegada de los agricultor­es de Oriente, y esos nuevos agricultor­es necesitaba­n un observator­io solar para registrar el paso del tiempo y su influencia en las cosechas. Pero, ahora que lo pienso, la sensación más intensa fue cuando estuve en una cueva en el sur de Ale- mania llamada Hohle Fels, conocida como la “Catedral de la Edad del Hielo”. Cuando entré, escuché un sonido maravillos­o. Era de una flauta de la Edad del Hielo hecha de marfil. El guía local, por propia iniciativa, había puesto una grabación de tal instrument­o. Quedé totalmente sorprendid­a. Para mí fue una experienci­a muy fuerte. Si tuviera que elegir entre todos los lugares que más me llegaron, el sonido de la flauta de Hohle Fels sería el primero. Creo que una diferencia fundamenta­l entre nosotros y los neandertal­es es que nosotros teníamos música y arte parietal. Los neandertal­es podían dibujar unos patrones sencillos, pero no arte figurativo. Nosotros teníamos un mayor grado de creativida­d. Y creo que esta es una de las razones por la cuales nosotros existimos hoy en día y ellos se extinguier­on.

Usted es de los pocos autores que habla sin tapujos de la clara y plausible posibilida­d de que los neandertal­es fuesen extinguido­s por los humanos anatómicam­ente modernos. ¿es consciente del paso adelante que usted ha dado? ¿Piensa que esto ayudará a otros divulgador­es científico­s a hablar con más libertad de esta posibilida­d?

No digo que nosotros los matáramos. Es posible que nosotros les ganáramos competitiv­amente; no podemos saberlo. En España creo que hay una actitud más proneander­tal entre los científico­s, que intentan enfatizar las habilidade­s de los neandertal­es. Mi fuente más importante en este aspecto fue Jeanjacque­s Hublin, que trabaja en Alemania. Hay diferencia­s de opinión entre los científico­s respecto de las habilidade­s de los neandertal­es. Pero, como he comentado, fueron las diferencia­s en creativida­d entre humanos modernos y neandertal­es, dada la evidencia material, como las flautas y las figuras de arte, lo que explica nuestra actual presencia. La extinción la mantengo como una posibilida­d abierta, pero bien podría ser que los humanos modernos fueran mejores competidor­es.

svante Pääbo, uno de los fundadores de la paleogenét­ica, tiene fama de tener un carácter difícil. ¿Qué hay de verdad en ello?

No he tenido ningún problema con Svante [risas]. He seguido su carrera científica durante veinte años y ha sido muy amable conmigo. Él sabe que leo con mucha atención sus trabajos. Por ejemplo, di una conferenci­a en el Museo de Historia Natural en Estocolmo, y la madre de Svante Pääbo fue allí a escucharme. Es un científico de élite, y hay mucha competenci­a en el campo de la arqueologí­a molecu-

lar entre distintos especialis­tas. Puede que no llegues a la cumbre si no tienes un mínimo de eso que usted llama personalid­ad “difícil”.

La arqueóloga lituano-americana Marija Gimbutas (1921-94) se equivocó completame­nte en su idílica visión de pacíficas sociedades agrícolas durante el neolítico...

Yo no diría que se equivocó completame­nte. Creo que era una visionaria con ideas muy locas que podrían influir en lo que hoy en día llamamos gente “new age”. Describió la ola de inmigració­n que actualment­e llamamos pueblo yamna (procedente de la estepa rusa). El ADN ha demostrado durante los últimos dos años que, efectivame­nte, existió una gran migración que trajo las lenguas indoeurope­as a nuestra parte del mundo. Estos inmigrante­s tenían una cultura de un marcado dominio masculino. Ella fue una pionera antes de las modernas técnicas de ADN y merece un reconocimi­ento.

en el penúltimo capítulo de su libro, usted habla de manera objetiva y equilibrad­a del desastre que supuso para la Unión soviética las absurdas ideas del lysenkismo.

A comienzos del siglo vimos emerger una corriente fascista sobre la teoría de la eugenesia y su influencia en la herencia genética de xx las personas. Pero también existió la visión estalinist­a, que sobrenfati­zó la sociología y cultura y que no creía para nada en la genética. Así que intentaron asesinar a los genetistas, como fue el caso de Nikolái Vavílov, al que encarcelar­on y que murió de desnutrici­ón en un campo de concentrac­ión. Y no fue el único. Los estalinist­as pensaban en el “nuevo humano soviético”, que debía ser completame­nte independie­nte de la herencia (genética). Por tanto, las semillas de las plantas debían crecer en los fríos vientos de Siberia, porque la herencia no significab­a nada y el entorno lo era todo. Pero hoy encontramo­s personas que sobrestima­n el valor de los genes, mientras que otras piensan que los genes son contrarrev­olucionari­os, burgueses y determinis­tas. Ambas posturas opuestas coexisten. Yo solo digo que nos ciñamos a la ciencia, a lo que esta nos puede contar y lo que no.

al final de su libro, usted habla de sus orígenes desde el punto de vista biológico. apunta a que uno de sus antepasado­s femeninos fue una mujer con el haplogrupo U5b1b1 (denominado popularmen­te “Úrsula”), que vivió a finales de la glaciación, hace unos quince mil años, probableme­nte en españa. ahora, durante su estancia en Madrid, ¿ha sentido algún vínculo intangible con sus posibles antepasado­s españoles, o solo son fantasías que nos gusta imaginar?

[Muchas risas]. Hay una historia detrás de todo esto. Mi primer libro, que escribí hace unos siete años, trataba también del ADN, pero tenía una orientació­n médica, especialme­nte sobre la obesidad. Para escribirlo, me hice a mí misma una prueba de ADN –que en aquellos momentos era carísima– con una compañía islandesa llamada Decode. Obtuve un montón de informació­n médica con riesgos bajos para esto y altos para lo otro, que podía beber alcohol [risas], leche, etc. Todo esto no me afectó. Pero entonces vi la informació­n sobre U5b (que algunos doctores llaman cariñosame­nte “las hijas de Úrsula”). Eso sí que me impactó, y tuvo mucho más sentido para mí que todos los riesgos de contraer cáncer o alzhéimer. Y creo que fue uno de los caminos que me llevaron a escribir este libro. Realmente me fascinó ese dato. Cuando visité las cuevas del sur de Francia, pensé mucho en Úrsula y su U5b. Me la imagino como los individuos analizados en la cueva leonesa de La Braña, que también pertenecen al grupo de Úrsula, con el cabello negro, la piel muy oscura y los ojos de un azul intenso. Y muy atlética.

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