Conocimiento y política
La Ciencia al servicio del franquismo
El atraso científico de España es un tópico antiguo, tan extendido como la vieja idea, ya superada, de que el protestantismo constituyó un factor de progreso, mientras que el catolicismo tuvo una influencia retardatoria en la extensión del conocimiento. A la hora de abordar el período franquista, los especialistas daban por supuesto que la importancia de la ciencia en él había sido nula. Al tratarse de una actividad de connotaciones positivas, podía parecer que se legitimaba la dictadura si se reconocía su nivel de desarrollo. En Los ingenieros de Franco, el historiador Lino Camprubí se aparta con decisión de estos prejuicios y nos recuerda que el conocimiento no es bueno o malo de por sí; todo depende de cómo se utilice. Y nos muestra también que no existe la ciencia “pura” al margen de un contexto ideológico determinado: en España, ese contexto fue el del nacionalcatolicismo. Camprubí demuestra convincentemente que determinados grupos de ingenieros tuvieron un enorme protagonismo en las transformaciones políticas y económicas de la etapa comprendida entre 1939 y 1975. Su presencia es indisociable de aspectos centrales del régimen como la economía autárquica o la industrialización.
Objetivos nacionalistas
A través de grandes obras como los famosos pantanos, el gobierno deseaba apuntalar la soberanía nacional e incrementar la influencia internacional del país. Con este mismo fin se hicieron intentos por conseguir la bomba atómica. En Sierra Albarrana, Córdoba, se encontró una mina de uranio que finalmente resultó más escaso y de peor calidad de lo que se imaginó. La falta de medios económicos impidió dedicar la energía nuclear a objetivos militares, pero sí se pudo emplear para el ámbito civil a través de centrales como las de Zorita (Guadalajara) o Vandellós (Tarragona). En ocasiones, la alta política internacional se mezclaba con las cuestiones técnicas. Fue esto lo que sucedió en el Sahara, donde se intentó establecer una industria de extracción de fosfatos, sustancias imprescindibles para la fertilización de la tierra. Por su importancia estratégica, Estados Unidos apoyó a Marruecos, el primer productor mundial, para que se anexionara la antigua colonia hispana. El entonces príncipe Juan Carlos aseguró que Madrid no iba a ceder un milímetro de territorio, pero, según Camprubí, Washington ya había pactado con él la retirada sin ofrecer resistencia. Gracias a su sólida formación científica, el autor potencia un estudio historiográficamente muy serio, basado en una amplia investigación en archivos nacionales e internacionales. Además, escribe francamente bien. Imprime agilidad a un análisis que en ocasiones ha de ser técnico, aunque siempre sin desanimar al lector profano.