las sorpresas de nespamedu
Todo lo que Nos ha desvelado El Escáner del sacerdote de imhotep
los estudios
radiológicos en el Hospital Universitario Quirónsalud muestran que Nespamedu tenía los brazos sobre el pecho (el derecho sobre el izquierdo) y que estaba cuidadosamente vendado. Además, dejan ver entre las vendas diferentes joyas (collar, brazaletes, pulseras) y amuletos.
sultados del estudio revelan que con ella no se esmeraron tanto los embalsamadores como con Nespamedu. Se han podido identificar varias luxaciones, probablemente producidas después de su muerte mientras se manipulaba el cuerpo para la momificación. Aunque, más allá de estos accidentes, la buena conservación de las partes blandas de su cuerpo permite apreciar con facilidad sus rasgos faciales. Perdió varios dientes a causa de las caries, lo que nos da alguna pista sobre la higiene dental de la época y los alimentos que consumió mientras estuvo viva, y es probable que padeciera una enfermedad ósea. Como ocurre con otras momias con posibles, sus manos presentan un aspecto delicado, con dedos y uñas largas, lo que hace pensar que no se dedicó a labrar los campos cercanos al Nilo.
Esta momia llegó al MAN en 1887 a través de Eduard Toda i Güell, un interesante personaje que se dedicó a la diplomacia y a la egiptología, y que destacó por su pasión hacia las culturas de Extremo Oriente. Toda i Güell, que fue buen amigo de Antonio Gaudí, se trasladó a Egipto en 1884 para convertirse en el cónsul general de España en El Cairo. Una vez allí entró en contacto con destacados egiptólogos y se interesó por la historia del país, hasta el punto de participar en diversas misiones de exploración y en alguna excavación. Publicó varios trabajos relacionados con el Egipto antiguo y se hizo con una colección de 1.300 piezas, entre las que se encontraba la momia que nos ocupa. Momia que posteriormente vendería al Arqueológico en 1887, catalogándola como los restos de un joven sacerdote. Toda i Güell, como le ocurrió a Mélida con Nespamedu, también se equivocó. La momia resultó ser de un joven cadáver. Pero un cadáver de mujer.
la anciana que no lo era tanto
La tercera y última de las momias egipcias analizadas también pasó a formar parte del museo en 1887, pero gracias a una donación del pachá Bey Daninos, entonces director del Museo Real de Alejandría. Llegó al museo en un ataúd de madera policromada: el sarcófago de un tal Bak, un personaje que habría vivido durante los años de la dinastía XIX (ss. xiii-xii a. C.).
Pero la momia que había dentro de dicho sarcófago ni es tan antigua ni pertenece a Bak. Al igual que Nespamedu, en vida, esta momia recorrió el Egipto de los Ptolomeos, y correspondió a una mujer de entre 35 y 50 años de edad, con algo de artrosis en las rodillas y una salud dental nefasta.
territorio guanche
La última de las momias examinadas en Quirónsalud no es egipcia. Es canaria. Procede de la isla de Tenerife, y se trata, probablemente, de una de las momias guanches mejor conservadas del mundo. Fue localizada en 1764 y enviada de inmediato a Madrid para que los cortesanos pudieran admirarla. A partir de 1776 se integró en el Real Gabinete de Historia Natural, fundado por Carlos III. Gabinete que sería el origen de varios de los museos más importantes de nuestro país, entre ellos, el Arqueológico.
El estudio de estos restos ha arrojado datos de gran interés, pues confirma la teoría de que, pese a lo que algunas fuentes historiográficas manifestaron en su día, las momias guanches no eran evisceradas. Este hecho marca una diferencia fundamental entre los procesos de momificación de los egipcios y los que se llevaron a cabo en las islas Canarias. Además de conservar todos sus órganos internos, el análisis de esta momia corrobora otras cuestiones ya conocidas sobre la técnica del mirlado, nombre que recibe la momificación guanche. El mirlado fue utilizado en las islas Canarias entre los siglos iii y xv para preparar el cuerpo, proceso que podía llevar hasta 15 días. Este se trataba con recursos naturales propios de las islas, tras lo cual se dejaba secar, para terminar envolviéndolo con pieles de cabra y oveja. Por último, se transportaba el cadáver a una serie de cuevas que servían de cementerio. Por lo que sabemos, y como ocurría habitualmente en otras culturas, este sistema de conservación solo estaba destinado a gentes con cierta relevancia social. Los datos obtenidos en el estudio de la momia guanche indican que en vida tuvo una buena alimentación, con una dieta basada en comida terrestre, y no en elementos marinos, lo cual resulta llamativo si tenemos en cuenta que habitó en una isla del océano Atlántico. Además, vivió en unas condiciones de higiene bastante notables, y presenta unas manos y uñas que parecen indicar que no realizó tarea manual alguna. Y esta momia, que correspondió a un hombre, cuenta con algo más detectable a simple vista: una beatífica sonrisa que no ha perdido con el paso del tiempo.
persiguiendo a las momias
La aventura de estas cuatro momias no ha terminado. Próximamente saldrá a la luz el documental La historia secreta de las momias, producido por Story Producciones y RTVE, y en él se aportarán algunos datos añadidos sobre los estudios realizados. El documental ha sido posible gracias a que las cámaras estuvieron presentes durante toda la investigación, acompañando a las cuatro momias a través del Arqueológico y en su visita al Hospital Universitario Quirónsalud.
La historia secreta de las momias también recreará la vida en el antiguo Egipto y el que fuera el rostro de nuestras cuatro conocidas. Además, incluirá imágenes en 4K nunca vistas de los principales monumentos egipcios y contará, a través de sus protagonistas, un relato inédito: la historia de un grupo de investigadores que un día decidieron sacar cuatro cadáveres del Museo Arqueológico Nacional y explorar sus entrañas en busca de respuestas.
se ha confirmado que las Momias guanches no eran evisceradas, lo que las distingue de las egipcias